hacer.
--Si: veniamos por ti--dijo Alfonso.--Tenemos una reunion esta tarde, y
queremos que vengas a ella. Es la reunion de los disidentes de la
_Fontana_.
Lazaro creyo que su tio se iba a poner hecho una furia al oir hablar de
las reuniones de fontanistas. Pero contra lo que esperaba, le vio tan
sereno como si oyera hablar de un concilio ecumenico. Tampoco tuvo la
suficiente perspicacia ni la suficiente memoria para hacerse cargo de
que podia haber alguna relacion entre las preguntas que el fanatico le
habia hecho la noche anterior, y la visita de aquellos amigos.
--Si, que vaya; ve--dijo Elias.
La confusion de Lazaro aumento; pero antes que saliera de su estupor,
Alfonso le tomo del brazo, le condujo a la escalera, y poco despues
estaban en la calle.
Los otros dos jovenes, nos son hasta ahora desconocidos, si bien es
probable que les hayamos visto en el departamento bullicioso de la
_Fontana_, precisamente en la noche fatal en que Lazaro fue arrojado del
club. El uno de ellos, nacido en Algodonales, era de los contertulios
mas asiduos del barbero Calleja; y no es aventurado afirmar que
intervino en la cuasi-tragica escena que en el primer capitulo
referimos. Se llamaba Francisco Aldama, y por ser andaluz y bastante
aficionado al trato de los lidiadoras de toros, se le llamaba Curro
Aldama, o el Curro. Dona Teresa Burguillos, feliz consorte del barbero,
era un poco torpe para la pronunciacion de los nombres propios, y solia
llamar _Aldaba_ al amigo y comiliton de su esposo. Era Curro Aldama o
Aldaba exaltado fontanista, de crasa ignorancia, y con aquella osadia
que acompana siempre a los necios. Se la echaba de gran patriota, y no
sonaba cencerro en Madrid sin que el tomara parte en la danza.
El otro era de muy diversa condicion y figura. Sus aficiones literarias
le habian hecho amigo del poeta clasico que hemos conocido habitando en
el olimpo de dona Leoncia, la semidiosa de la calle de la Gorguera. Alli
conocio a Alfonso Nunez, con quien trabo amistad; v bien pronto, aunque
las musas le fueron propicias (se estreno en la cruz, con buen exito, un
sainete pastoril suyo, titulado _Anfriso y Cenobio_), dejo las musas por
la politica, escribio en _El Universal_ y en _El Labriego_, charlo en
los clubs, y se decidio por el partido exaltado.
Tenia mucho ingenio, dotes de orador y periodista, pero muy poca
instruccion y una ligereza invencible. Frecuentaba la tienda de Calleja
y el club de la _Cruz de Malta;_ p
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