sabes que tengo apalabrado a Perico
Tinieblas, el del Portillo de Gilimon, que es hombre pintado para estas
cosas. Y lo que es en la Plaza de la Cebada, no hay chalan que no sea
capaz de comerse al Gobierno a una orden mia.
--No: las cosas han da ir en regla. No puedo pagar sino a su tiempo:
tengo esa orden. Pero no tengas cuidado, que cuando esta asamblea
principie a dar frutos...
--Dime: ?y Alfonso Nunez, esta en autos?...
--No, no sospecha nada. Es un inocente y un visionario. Es de los que se
dejan matar por las ideas. Estos son los hombres que nos hacen falta:
muchachos de talento y de buena fe que hablen al pueblo y le llenen de
agitacion.
--?Y ese otro bobalicon que hemos ido a buscar hoy?
--Ese es chico listo tambien, pero de una inocencia angelical. Tenemos
muchos de estos que son los que han de hacer la mejor parte sin costar
nada. Cabanillas vale; pero ese no es tan barato: esta el pobre muy mal,
y hay que favorecerle. Ayer le encontre llorando en la casa; me dio
mucha lastima. El trabaja con repugnancia en nuestro asunto; pero no
tiene otro remedio, porque esta sin un cuarto.
--Pues mira que yo estoy tambien....
--Veras que bien va a salir esto--dijo el Doctrino bajando la voz.--Y
para entonces ya podemos contar con fondos. Los tiempos estan malos,
Carrillo; y si uno no se agarra a los buenos faldones...
--Eso mismo digo yo. Pero ?me das o no esa oncilla?
--Esperate a pasado manana. Tengo orden de no repartir todavia.
El Curro y el Doctrino bajaron despues de haberse despedido desde la
puerta y a gritos del poeta clasico.
La _Fontana de Oro_ sirvio al Rey y a la reaccion mas que los frailes y
los facciosos, porque en ella habia un cancer que en vano trataban de
cortar algunos hombres prudentes, expulsando a quien no era culpable. El
cancer de la venalidad continuo corrompiendo aquella asamblea, que no
tenia un rival, sino una sucursal en la _Fontanilla_.
CAPITULO XXVII
#Se queda sola#.
Cuando Lazaro volvio a su casa, temblo en presencia de Coletilla. Pero
bien pronto su terror se troco en sorpresa al ver que, lejos de
mostrarse indignado el viejo por haberle visto en compania de los
freneticos de la _Fontana_, estaba un poco menos adusto que de
ordinario, y hasta llego a manifestar cierta benevolencia, que era en el
cosa muy rara.
Aquella noche y a la manana siguiente volvio Lazaro a intentar la
dificil empresa de ver a Clara. Era cosa imposible, porque el sis
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