no interrumpido por ruido
alguno, reinaba en la casa. Parecia que todos dormian: el tan solo
velaba sin duda; y saliendo al corredor, donde le causaba algun alivio
el aire fresco de la noche, se paseo alli mucho tiempo. Dieron las
nueve, las diez, las once. Al fin se detuvo, aturdido por su propio
vaiven: apoyose en el antepecho, y ocultando entre las manos su cabeza,
estuvo de este modo un largo rato devorando su agonia. De pronto creyo
sentir rumor extrano, alzo la cabeza, y en el fondo del corredor creyo
ver una figura humana que avanzaba. El corazon le latio con tal
violencia, que creyo que el pecho se le rompia. La forma aquella, que
sin duda era de mujer, avanzo, destacandose en la obscuridad. Venia
cubierto de una cosa enteramente blanca, que la hacia mas fantastica, y
el reflejo de la luna parecia despedir de si cierta luz misteriosa.
Cuando estuvo cerca, Lazaro la reconocio: era la devota cuyo semblante
traia las senales del insomnio y la fiebre.
--iLazaro!--dijo con voz muy debil y muy conmovida.
--Senora--contesto con mucha sorpresa.--?Usted aqui a estas horas? ...
con esa fiebre ... ?No esta usted enferma?
--?Yo? ...--murmuro ella con una especie de extravio;--?yo? ... no ...
yo estoy buena. Estoy mejor.
--Crei que estaria usted durmiendo. Le conviene el reposo.
--Yo--contesto ella con una singular entonacion que alarmo a
Lazaro,--yo ... yo no duermo, yo no puedo dormir. Hace muchas noches
que no cierro los ojos.
--?Pues que tiene usted?--pregunto Lazaro mirandola con mucha
atencion.--Usted no esta buena. Usted es una santa: pero la santidad con
exceso es perjudicial, senora.
--Yo no soy santa--dijo la dama:--soy una pecadora.
--No diga usted eso, por Dios. Usted es una santa, ique felicidad!
iTener tranquila la conciencia! Dirigir todo su amor al que no engana,
ni es falso, ni desleal: a Dios.... Esta es la mayor de las felicidades.
--Hable usted bajo--dijo la devota.
--Y luego--continuo el,--estar libre de odios, de rencores, de
desenganos....
--Mas bajo--indico la dama, y su voz parecia un suspiro.
--Estar libre de rencores--prosiguio Lazaro en voz muy baja:--iamar sin
recelo, sin temor; despreciar el mundo, las traiciones, las asechanzas;
hallar regocijo en las persecuciones, y sacar consuelo hasta de las
desventuras!... iOh, que feliz es usted...!
Despues de una pausa, la voz de la mujer mistica resono como un eco
lejano para decir:
--No, amigo mio: yo no soy feliz; soy
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