sa en que miro al cielo
fijamente como quien lee alguna cosa,--yo pase mi ninez en la austera
casa de mis tios, recibiendo de personas devotas la mas ejemplar
educacion. Desde que tuve uso de razon aprendi a orar; mis primeras
palabras fueron el rezo. Los primeros anos de mi vida pasaron en un
convento, donde me vi rodeada de Madres santas y carinosas que me
ensenaron el camino de la perfeccion. Mi juventud fue pasando de este
modo en ocupaciones devotas. Hace quince anos que estoy rezando sin
cesar, y casi sin notario. He vivido en Dios desde la cuna: no se lo que
soy, no se si he vivido.
--iDios mio, que angel es usted!--dijo Lazaro.--iQue perfeccion! Yo la
admiro a usted y la venero, senora.
--No soy digna de veneracion, sino de lastima--contesto con mucha
amargura.
Y dio un suspiro profundisimo que parecia sacar al espacio los misterios
encerrados en el _Sancta sanctorum_ de su pecho.
--iDigna de lastima!--exclamo el aragones sorprendido.--?Pues que puede
usted apetecer? ?Que la preocupa? Algun escrupulo de conciencia, el
deseo de mayor perfeccion. Yo si que soy desgraciado; yo, senora, no
debiera estar en el mundo.
--?Pero que tiene usted?--pregunto Paula con mucho interes.--Digamelo
usted todo. ?No dice usted que le he consolado otras veces? Ahora le
consolare si me descubre una nueva desventura. Cuenteme usted.
--Mis desdichas no son para contadas. Ademas, usted es demasiado
buena para oirlas. Se horrorizara usted y se turbaria la paz serena
de su espiritu.
--iOh! no: cuenteme usted. Tal vez alguna falta muy grave. No importa;
cuentemela usted, que yo se la perdono antes de saberla.
--Falta mia no es.
--?Falta de otro? ?A ver?--dijo la mistica con ansiosa curiosidad.
--Deje usted para mi todas esas amarguras, senora. Eso es para mi;
es un triste patrimonio de que solo puede disfrutar mi corazon,
hecho para eso.
--?Que es, Lazaro?... iAh! Todo lo comprendo: su tio de usted es muy
cruel. No le quiere a usted. Mas no hay que apurarse por eso, amigo mio.
No todos le trataran a usted con el mismo rigor. Alguien le amara.
--No, no me importa--manifesto Lazaro, cuyas penas se recrudecieron en
aquel momento;--No me importa que me traten con desden, que me
aborrezcan todos, que me detesten. Yo no he nacido para otra cosa.
--Esta usted muy agitado. ?Y delante de mi se desespera usted de ese
modo?--dijo la devota con suave acento do reprension.
--Perdoneme usted, senora; no se lo que digo. Us
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