sperara nada, que usted no podria ni
sabria salvarla del poder de aquella gente cruel. Nada, no me oyo. Su
proposito era inquebrantable. Conoci que su fidelidad era la mas grande
de sus virtudes; y creyendo que era imposible arrancarle la primera
imagen, la imagen que nada puede borrar, desisti de mi intento. Ella no
queria escucharme; se desesperaba al comprender cuanto podia
comprometerla mi entrada en la casa; me pedia llorando que la dejara
entregada a su tristeza, a su soledad. Confieso que nunca me he visto
tan pequeno como entonces, en presencia de aquella criatura debil,
incorruptible, no solo a las promesas del amor de un joven, sino aun al
soborno de la libertad, de la posicion, de la felicidad. Al marcharme,
senti que alguien entraba en la casa. No se quien era; yo hui por no
comprometerla; hui aterrado por la idea de que, a pesar de mis
precauciones, alguien de la casa habia descubierto mi entrada."
--Era yo--dijo Lazaro:--yo le vi salir a usted por la buhardilla.
--Lo que he referido a usted--afirmo Bozmediano solemnemente, es la pura
verdad. No he omitido nada que me pudiera honrar, ni nada tampoco que me
pudiera deprimir o ponerme en ridiculo. Es la pura verdad; se lo juro a
usted por la salvacion de mi madre, cuyo retrato esta alli, y siempre me
parece que me esta mirando.
Claudio senalo un retrato que habia en la habitacion; y al hacer su
juramento, tenian sus palabras tal entonacion de sinceridad, que Lazaro
no pudo contestar lo que un momento antes pensaba.
--Sin embargo--dijo Lazaro, que creia que aquella declaracion no podia
satisfacerle,--yo quiero que usted me de alguna prueba positiva. Usted
comprendera que en estos asuntos no basta, no puede bastar la palabra.
--?Que no puede bastar la palabra? No basta, es cierto, para espiritus
preocupados. Hay ciertas cosas que no se pueden certificar de otro modo.
A veces la afirmacion de una persona es suficiente para llevar al animo
de otra la conviccion mas profunda. No puedo creer que usted, si hace a
Clara la acusacion que a mi me ha hecho; si ella, con la serenidad de la
inocencia, le contesta a usted la verdad, no puedo figurarme de ningun
modo que usted no la crea. Hablele usted; rompa el silencio de aquella
casa; veala usted un momento; oiga su voz, y si ante las declaraciones
que ella le haga persiste usted en creerla culpable, no es digno, lo
digo cien veces, no es digno de mirarla.
Lazaro no pudo resistir a la gran fuerza de estas pala
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