Dona Paulita esta muy enferma ... Le ha dado un
accidente. Estabamos hablando.... ique conflicto! Ahora mismo, ahora
mismo ha caido.
--?Pero ese dinero...?--dijo Paz.
--Es suyo.
--iSuyo!--exclamo la arpia con codicia.
Y volviendose a Salome, que recogia el oro, anadio:
--Damelo, damelo; yo he de guardar eso.
--Yo lo guardare.
--?Pero de donde ha sacado ella ese dinero?--dijo la otra.
Lo tenia hace mucho tiempo contesto Lazaro, procurando, mientras las
Porrenas se ocupaban del oro, prestar algun alivio a la pobre enferma.
Paz, de rodillas, recogia monedas; Salome, de rodillas, recogia tambien;
pero la gruesa, con su pesada mano, no igualaba en presteza a la
nerviosa, que iba mas ligera y cogia dos piezas en lo que su tia
atrapaba una. Salome parecia una loca. La mano izquierda de Paz, cuando
recibia de la derecha una nueva onza o doblon, se cerraba, apretando los
robustos dedos y aferrandose sobre el oro con la firmeza y el ajuste de
una maquina. Al fin iban desapareciendo del suelo las aureas piezas.
Quedaban cuatro, tres, dos; quedaba una. Las manos de entrambas Porrenas
se lanzaron con presteza brutal sobre la ultima, y cayeron una sobre
otra, aplastandose alli mutuamente en repetidos golpes. Las dos ruinas
se miraron: parece que se querian tragar mutuamente. ?Cual de los dos
caracteres venceria al otro? Paz estaba hinchada de colera, de orgullo;
estaba amoratada, apopletica. Salome estaba amarilla y jadeante de
rencor, envidia y ansiedad. Sus labios, entreabiertos, mostraban los
blancos y finisimos dientes, como si quisiera infundir miedo a su rival
con aquella arma. Las dos estaban de rodillas y apoyadas en las manos, y
en aquella actitud, semejante en algo a la de las esfinges, las dos
arpias, revelando con intempestivo vigor sus encontradas pasiones, eran
como bestias feroces. Despues de un rato de silencio, en que todas las
fuerzas de la envidia humana se midieron de una mirada con todas las
fuerzas del orgullo, la pantera dijo a la foca:
--iEsto es mio!
--iTuyo! ?Que dices, imbecil? Esto es mio: era de mi padre ... Yo se que
lo habia guardado en alguna parte; pero no sabia yo donde estaba.
--iVanidosa!--dijo Salome, adelantando un brazo y una pierna.--Tu
nos has sumergido en la pobreza; tu tenias escondido este dinero.
iQue infamia!
--iHipocrita!--exclamo Paz retrocediendo,--quitate de mi presencia.
Dame ese dinero; no nos robes otra vez. Esto es mio.
--Era de mi padre: yo lo here
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