adoro?
Lazaro quedo petrificado. La dama habia hablado con toda la expresion de
la verdad humana; se habia revelado en un solo esfuerzo y del modo mas
categorico. Aquella violenta confesion la dejo postrada y sin aliento,
como si con sus palabras exhalara la mitad del alma. Lazaro le dijo con
mucha vehemencia:
--No lo merezco, senora. Yo soy muy inferior a usted; yo soy un
miserable, indigno de esa pasion. Pero no puedo estar aqui mas. Ahora
mas que nunca es mi deber declarar que soy el mas malvado de todos los
hombres si no me aparto de aqui al instante. Obstaculos terribles que yo
no puedo ni podre nunca vencer se oponen a que yo manifieste nunca otra
cosa. Separemonos para siempre; otra cosa es imposible, imposible,
imposible....
Dijo esto con mucha energia, y se disponia a marcharse. La devota hizo
un gesto angustioso, cual si quisiera hablar. Parecia que despues de lo
que dijo habia quedado muda. Al fin pudo proferir estas palabras:
--Ven ... oye ... vamos....
--iJamas, senora, jamas!--exclamo el joven, dirigiendose hacia la
puerta.
La devota inclino la cabeza, agito los brazos, soltando la caja; se
doblego despues de vacilar un momento, retrocediendo y avanzando; dio
un grito y cayo al suelo. Su cuerpo hizo retemblar el piso; las monedas
se esparcieron en derredor suyo; movio repetidas veces la cabeza,
afectada, al parecer, de un profundo dolor interno; llevose ambas manos
al pecho, crispando los dedos, y al fin quedo quieta, sin mas
movimiento que las expansiones violentas de su pecho, sacudido por una
respiracion fuerte y ruidosa. Acudio Lazaro a levantarla con presteza,
y en el mismo momento se oyo el ruido de una llave y entraron muy
tranquilas Salome y Maria de la Paz.
Juzgese lo extrano de aquella aparicion y de aquella escena: Paulita,
tendida, con los sintomas de un grave accidente; Lazaro, demudado y
confuso; gran cantidad de monedas de oro, cosa desconocida en aquella
casa, derramadas con abandono por el suelo, y las dos arpias en la
puerta, mirandose como dos espectros.
El primer objeto que atrajo las miradas de Salome fue el oro esparcido;
su primer movimiento fue lanzarse sobre el y empezar a recoger las
monedas, arrodillada en el suelo. Paz miro a Lazaro, se puso livida de
miedo; miro a la devota, se lleno de ira, dio algunos pasos, y
recobrando la majestad de su caracter, pregunto:
--?Que es esto?
--Senora--dijo Lazaro, procurando dominar su situacion,--un triste
suceso ...
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