do. ?Que tienes tu que ver con esto? Dame
ese dinero.
Paz vio a Salome cerca de si. Alzo su brazo derecho y sacudio con
poderoso empuje la mano contra la cara de su sobrina, dandole un bofeton
tan fuerte, que esta cayo al suelo como herida por una maza. Pero se
irguio sobre sus piernas, vacio en el bolsillo las monedas que tenia en
la mano, se retiro un poco, como los carnivoros cuando van a dar el
salto, y se abalanzo hacia su tia. Antes que esta pudiera defenderse,
los diez dedos puntiagudos y como acerados de su contraria estaban sobre
su cara, pegados cual si tuvieran un gancho en cada falange. Clavo las
unas con frenesi en las carnosas mejillas y tiro despues, dejando ocho
surcos sangrientos en la faz augusta de la vanidosa. Lanzo esta un grito
de dolor. Lazaro tuvo que intervenir, y mientras levantaba del suelo a
Paz, recogio la nerviosa todas las monedas que su rival dejo caer en el
combate; se envolvio en un manto con presteza convulsa, y apretandose el
bolsillo, salio corriendo de la sala, tomo la escalera, descendio por
ella y huyo.
Lazaro no quiso presenciar mas tiempo aquella escena. Vomitaba la vieja
su ira contra el, le decia las mayores injurias, le llamaba cobarde,
mandandole perseguir a su sobrina. El joven no podia resistir mas el
horror que le inspiraba aquella casa maldita. Miro a la devota, que
permanecia aun sin movimiento, y afligido por la sin igual desventura de
mujer tan infeliz, salio de la casa.
CAPITULO XLIII
#Conclusion.#
Deseoso Lazaro de ver a su tio aquella manana, fue a casa del abate
Carrascosa, y alli encontro otra escena de desolacion. Estaba el ex
abate en su cuarto, sentado en una silla, con los pies sobre la
traviesa, en tal actitud, que parecia un pajaro posado sobre una rama.
Apoyaba los codos en las rodillas, sustentando la cabeza con las manos,
como si quisiera apuntalarla. Su expresion de tristeza era tal, y le
hacia tan raro, que el joven no pudo menos de preguntarle:
--?Que tiene usted, don Gil?
--iAy, don Lazaro, que iniquidad! Se ha marchado. ?Ve usted que
iniquidad? iYo, que la queria tanto! ...
Lazaro comprendio que dona Leoncia, el avecilla vizcaina, habia volado.
--?Pero como ha sido eso? ?Que motivo...?
--iEs la mas horrible conspiracion! ... Ese chisgarabis, ese tunante, el
poetastro que vivia en ese cuarto, se la ha llevado. iQue horror!
iSiempre he aborrecido de muerte a los copleros!
--Consuelese usted, don Gil. Vamos a otra
|