ovimiento?
--iEl Rey, el Rey!--dijeron con terribles voces todos los que estaban
alli reunidos.
--Pues es preciso recibir a esos miserables como merecen.
--Lo mejor es huir; no nos hallaran aqui, y punto concluido--dijo otro.
--No; es preciso ensenar al Rey como deben ser tratados sus viles
instrumentos. Basta de contemplaciones. Ya era de esperar esto. Lleno
esta Madrid de agentes que se ingieren en las Sociedades secretas,
pagan a algunos de los oradores mas furibundos para que aticen los
rencores del pueblo contra la autoridad constitucional. Ya ha llegado el
instante supremo de su empresa diabolica. Muchos imprudentes les ayudan
sin saber lo que hacen. Pero hoy es imposible distinguir. Demos un
escarmiento.
--?Que hacemos?
--Ahi a dos pasos esta el cuartel--dijo uno de ellos, que era militar de
alta graduacion. Voy a traer dos companias. Las saco por la Ronda, y con
gran sigilo las meto aqui en la huerta. Ni un hombre en la calle, ni un
centinela, nada. Que cuando lleguen esas turbas crean que estamos
desprevenidos; que intenten allanar la casa; que derriben la puerta.
--?Y nos marchamos?
--Opino que no. Aqui todo el mundo.
--Pues aqui todo el mundo.
A la media noche, una turba tumultuosa, animada con todas las voces de
un motin y todos los alaridos de una bacanal, invadia las calles de San
Bernardino, del Duque de Osuna y del Conde-Duque. Llego a la plazuela
de Afligidos y la ocupo casi toda, uniendose a los que, entrando por el
Portillo, habian llegado un poco antes. La puerta de la casa de que
hemos hablado resono con tremendos hachazos; todo el largo de la tapia
del Principe Pio estaba ocupado por el pueblo, y algunos pelotones de
gente armada estaban en la Montana, en la parte contigua a dicha
puerta. El callejon de la Cara de Dios contenia mas de trescientas
personas; y la algarabia era tan grande, que no se podian distinguir
claramente las voces pronunciadas por los mas exaltados, los _mueras_,
los _vivas_ con que la multitud trataba de infundirse a si misma
animacion y brios. Imposible es referir los vaivenes, las convulsiones,
los bramidos con que se manifestaba la pasion colectiva del inmenso
polipo difundido alli, comprimido con estrechez en aquel recinto. El
monstruo oprimio con su mas fuerte musculo la puerta de la casa. Vino
esta por fin al suelo, y diez, quince, veinte personas se precipitaron
en el portal dando gritos aterradores; pero al llegar al patio, hubo un
instante de va
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