er paso. ?Tropezamos esta noche? Manana no
tropezaremos: os respondo de ello, os lo juro.
Levantose lentamente; hizo una profunda reverencia, inclinandose lo mas
que pudo, y se dirigio a la puerta, volviendo el rostro varias veces a
ver si el Rey le miraba. El Rey no le miro. Estaba muy ensimismado; de
vez en cuando heria el suelo con el pie, ocultando la cabeza entre las
manos sin decir palabra. Coletilla, desde la puerta, espero una mirada
del Deseado; no la consiguio, y fuese, sintiendo, al par de su
concentrada rabia, dolorosa impresion de agravios y desconsuelo que le
ponia en el corazon un dolor inaudito.
CAPITULO XLII
#Virgo potens#.
Lazaro quedo dentro de la casa de Alava durante los breves y angustiosos
momentos que duro la tentativa de lucha entre el pueblo y la tropa.
Sentian desde alli el rumor popular, y por instantes creyeron que habia
llegado la ultima hora de todos ellos. El objeto que alli reunia a los
ilustres personajes era tratar de los medios que podian emplearse para
impedir las frecuentes conspiraciones de Palacio. Pueden burlarse las
cabalas de un partido, de dos; pero contra las del Soberano, simbolo de
legalidad, ?que fuerza puede tener un Ministerio? Si hay algo mas
terrible que la anarquia, son las camarillas. Contra esto no hay arma
eficaz, a no ser el arma de un regicida. No podemos asegurar si en
aquellas reuniones se trato de poner en practica el articulo de la
Constitucion; idea que despues, con gran escandalo de Europa, se realizo
en las Cortes de Sevilla del ano 23. Pero si podemos asegurar que
aquellos hombres se ocuparon, con la afliccion y desaliento que era
natural, de los rumores de intervencion francesa, de las relaciones
secretas de Fernando con Luis XVIII, y, por ultimo, del ejercito de
observacion puesto por el Gobierno frances en la frontera con el
pretexto de cordon sanitario.
Volvamos a nuestro cuento. Cuando termino el peligro y se alejo la
multitud, la mayor parte de las personas permanecieron en la
huerta, subiendo a la casa tan solo los tres que habian de figurar
en el reconocimiento ordenado por la autoridad. Todo se arreglo de
modo que en el parte del capitan general que habia de publicarse
al dia siguiente, no figurara la existencia de reunion secreta ni
cosa parecida.
Al amanecer se fueron todos custodiados por la tropa y con mucho sigilo.
Lazaro, sin que nadie le custodiara, se fue a la calle del Humilladero.
Clara, que habia tenido noti
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