s a estas horas y con este frio.
--No importa, senor cura: no me puedo detener.
--iJesus, Maria y Jose! No he visto nunca una muchacha mas arisca.
Yo ... no gusto de gente asi, porque me gusta que las ninas sean
amables y buenas.
En esto entraban en el callejon de Punonrostro. Parose el cura y tomo
una mano a Clara, que se retiro, apartandose de el.
--Hija mia, por Jesus, Maria y Jose, te digo que se me parte el corazon
de verte asi sola por esas calles, a estas horas, con este frio... Mira:
yo tengo un buen brasero arriba.... Porque aqui vivo yo, aqui a espaldas
de San Justo, que es mi iglesia. Pues si quieres descansar un ratito....
--No, Padre: yo quiero ir a la calle del Humilladero. Digame usted donde
esta, ya que no me ha llevado a ella.
--iQue Humilladero, ni Humilladero! ya me tienes loco con tu calle. Pues
no estas poco impertinente--dijo el clerigo con mas agitacion y mucha
impaciencia.--Ven, hija mia, y me contaras eso del muchachuelo.
El infame plan se revelo de pronto en el entendimiento de Clara con todo
su horror y repugnancia.
--Senor--repitio--digame por donde voy.
--Sube, sube--dijo el colocado ya en la puerta de su casa.--Sube; no te
pesara. Si supieras que bueno soy yo.... Porque lo cortes no quita lo
valiente. Y manana te vas a tu Humilladero, o si no quieres ir....
--Senor, por Dios, digame por donde debo ir. Yo me vuelvo loca. ?Para
que me ha traido usted aqui? ?Y donde estoy? Puede ser que ahora este
mas lejos del punto a donde quiero ir.
--Sube, hija mia, sube--dijo el clerigo abriendo la puerta--y hablaremos
de eso. Yo te dire donde esta esa calle, y manana podras....
--No, yo no le quiero ver a usted mas. Pero digame por donde debo
dirigirme. ?Por que me ha enganado usted?
La joven rompio a llorar como un nino. El cleriguillo habia perdido su
amabilidad; sus ojuelos expresaban el mayor despecho; su labio inferior,
masa informe y pendiente, le temblaba por la rabia de la contrariedad y
del desengano.
--?Esta lejos esa calle, senor? ?Esta lejos?
El cura miro a Clara con desden, hizo un gesto despreciativo, y
entro diciendo:
--Si, chica: esta lejos, muy lejos.
Y cerro violentamente con mano colerica la puerta, que produjo fuerte
estampido.
Algo tranquilizo a Clara el verse libre de aquel malvado; pero al pensar
que no habia podido adquirir noticia alguna de lo que buscaba; al verse
en aquel callejon estrecho y obscuro, donde no aparecian indicios de
vivien
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