ecia mas habitable y menos triste:
pasaban algunas personas, se veian no pocas luces. Miro los letreros de
todas las calles que de alli partian, y al fin, llena de alborozo, leyo
el nombre de la que buscaba. Entro en ella, y a los pocos pasos vio una
puerta, a cuyos lados habia pintados racimos alegoricos y unas botellas
que indicaban muy claro que aquello era taberna. "Aqui es", dijo, y se
acerco. La puerta estaba abierta, y dentro habia dos mujeres y un
hombre. Pregunto si vivia alli un tal Pascual, tabernero, casado con una
tal Pascuala.
--Aqui no hay _nengun_ Pascual--dijo una de las mujeres.
--?Sabe usted si es aqui cerca?--pregunto Clara.--?No hay otra taberna
en esta calle?
--No, que yo sepa.
Clara volvio a creer que no habia Dios.
--?Que estas diciendo ahi, _enreaora_?--exclamo el hombre.--Siempre te
has de meter en lo que no te toca. Si, senora. Hay otra tienda de vinos
de un tal Pascual ... si, senora: ahi en el numero 14.
La huerfana dio las gracias, y fue alla, palpitante de agitacion y
alegria. Antes de llegar al numero 14, sintio ruidos de guitarras y
voces de hombres. Al acercarse a la puerta vio a muchos que cantaban y
bailaban con la exaltacion de la embriaguez; y aunque no vio a Pascuala,
aunque aquella gente le inspiraba mucho recelo, subio el escalon de la
entrada y presentandose pregunto por su antigua criada.
--_iOle ole_!--dijeron dos o tres de aquellos insignes personajes,
mientras uno de ellos avanzo hacia la joven, y abrazandola
estrechamente, la llevo al centro de la taberna.
--iViva el buen trapio!
Clara dio un grito de terror al encontrarse en los brazos de aquel
desalmado, y grito con todas sus fuerzas:
--iPascuala!
--?Que? ?quien es?--dijo una voz de mujer;--?a ver que es eso?
Pascuala se presento y al ver que habia alli una mujer y que estaba en
brazos de su marido, dio a este en la cara un mojicon, que, a ser mas
fuerte, no le dejara con narices.
--No fui yo--contesto Pascual:--fue ese _dimomio_ de Chaleco.
--Si fue el, que la ha traido y la tenia escondida, senora
Pascuala,--declaro Tres Pesetas con uno de sus frecuentes rasgos
de malicia.
--iDona Clarita!--dijo Pascuala abrazando a Clara con mas suavidad que
su marido y llevandola adentro.
Al encontrarse en el dormitorio de los Pascuales, la sobrina de
Coletilla, que habia agotado todas las fuerzas de su cuerpo y de su
espiritu en aquella noche, se dejo caer en una silla y perdio el
conocimiento.
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