pues que te conozco, pensar nada futuro
sin que a mis ideas acompanara la idea de tu persona como parte de mi
mismo. No he podido pensar en la adquisicion de alguna cosa, de algun
objeto, de alguna felicidad, sin que pensara en que tu disfrutarias de
todo eso antes que yo. No he tenido desgracia alguna ni perdida sin
figurarme que estabas a mi lado llorando conmigo. Si he aspirado a
alguna hora feliz, siempre he tenido presente que nuestras dos vidas
llegarian juntas a esa hora. No he podido concebir que uno de los dos
existiera solo en el mundo: esto me ha parecido siempre imposible.
?Sabes que ahora me parece que fue ayer cuando saliste de mi casa para
volver aqui? Y lo que ha pasado despues yo quiero borrarlo de mis
recuerdos. Aborrezco estos dias como se aborrece una pesadilla. ?Tu no
me has dicho tambien que aborreces aquella casa y aquella gente? Y lo
creo. No puedo acostumbrarme a la idea de que pensemos de distinta
manera. Si yo llegara a creer de una manera evidente que no me querias,
no se como podria vivir; y si aun vivo despues de aquella tarde, es
porque la duda me ha dado vida, duda en que ya no quiero pensar: la he
tenido como un deber, me la impuse yo mismo; pero ya rechazo esta
tirania. Cuando te he visto, me parece que ha retrocedido el tiempo.
Dudar de ti se me figura un crimen; y si lo he cometido, no te pido
perdon, porque se que ya me lo has perdonado.
Durante esta expansiva manifestacion, le escuchaba la enferma con una
especie de trastorno. Al fin lloraba con tan deshecho llanto como si en
aquel momento y con aquellas lagrimas se desahogaran los dolores de toda
su vida, desde el incidente del pajarito en casa de la madre Angustias
hasta la escena de la expulsion en casa de las Porrenas.
El joven no quiso menoscabar con una palabra mas la elocuencia de
aquellas lagrimas. El calor y la pulsacion precipitada de la mano de
Clara, que tenia entre las suyas, le indicaron que la fiebre aumentaba,
tal vez por la agitacion de aquel dialogo, en que el habia puesto toda
su elocuencia, y ella toda su sinceridad.
--Es preciso cuidarte mucho--dijo Lazaro.
--Si--contesto ella;--quiero vivir.
CAPITULO XL
#El gran atentado#.
Por la tarde llego un medico enviado por Bozmediano. Vio a la enferma, y
despues de prescribirle mucho reposo, se retiro, dando muy poca
importancia a aquella crisis, originada de una fuerte agitacion moral.
Durmiose Clara, entrando en un periodo de calma, de que
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