en medio de la
obscuridad proyectada por los arboles se le figuraba como otro fantasma.
La infeliz tenia muy extraviados los sentidos a causa del terrible
trastorno de su espiritu. Torcio a la derecha, por evitar que llegara
hasta ella aquel figuron blanco, y encontro enfrente la Carrera de San
Jeronimo. Empezo a subir; pero estaba tan fatigada, que la pendiente de
la calle le parecia inaccesible. Subio, pero con mucha lentitud, porque
apenas podia andar: en la parte correspondiente a los Italianos creia
ella ver la cumbre de una montana; y cuando media con la vista aquella
eminencia, pensaba que en toda la noche no iba a llegar arriba.
No pudo avanzar mas, y se sento en el hueco de una puerta. Sentia gran
postracion en todos sus miembros, y ademas un frio intenso que,
creciendo por grados, llego a producirle una convulsion dolorosa.
Arropose lo mejor que pudo, y penso en el medio de volver a la casa para
esperar a Lazaro en la puerta. Entonces le ocurrio subitamente la idea
de dirigirse a casa de Pascuala. Ella recordaba muy bien el nombre de la
calle donde vivia el tabernero con quien la criada se habia casado.
Sabia que la taberna estaba en la calle del Humilladero; pero ?como iba
a la tal calle? Resolvio preguntar a algun transeunte, y si daba con la
casa, alli pasaria la noche, aplazando todo lo demas para el siguiente
dia. Segura estaba de que Pascuala la recibiria con los brazos abiertos.
Pero ?donde estaba la calle? Instintivamente oro a la Virgen, pidiendole
que estuviera cerca de la calle del Humilladero. Pero la Virgen no la
oyo, porque la calle estaba muy lejos. Resuelta a preguntar, se levanto;
vio venir a un hombre, pero no se atrevio a detenerle; paso otro,
algunos mas, y Clara no pregunto a ninguno. Tenia miedo de aproximarse a
ellos. Por ultimo, se acerco una mujer, la joven la detuvo y
respetuosamente la hizo su pregunta.
--?La calle del Humilladero?--dijo la mujer, que era una vieja arrugada
y con voz gangosa.
--Si, senora.
--?Le parece a usted que esta bien detener a las personas honradas de
este modo?--contesto la vieja muy incomodada.--Ya se lo que quieren
estas bribonas cuando detienen a una; que no van sino a meterle la mano
en los bolsillos cuando esta una mas descuidada, contestando: "Vayase
noramala la muy piojosa, y si no llamo a un alguacil."
Antes que concluyera la vieja, se aparto Clara, y fue tal su angustia al
pensar que todos la tratarian de igual modo, que casi estuvo a punt
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