que no lo pasara mal: yo conozco aqui cerca un
_colmao_ donde hacen unas magras que....
Diciendo esto, el torero tomo a Clara por un brazo y quiso internarla
por la calle del Lobo.
--Suelteme usted, caballero--dijo Clara desasiendose:--tengo que hacer;
por Dios, suelteme usted.
--Pues es lo _mesmo_ que un puerco-espin. iBah! Si es usted muy guapa
para ser tan picona. Le _igo_ que ... Pero, en fin, yo la acompanare a
esa calle.
--No: digame usted por donde debo ir. Yo ire sola.
--?Sola? si hay _rivolucion. ?_Pa_ que le peguen a usted un tiro y me la
_ejen_ frita en _mita_ la calle?...
--Yo quiero ir sola--dijo ella separandole.
La compania y la solicitud impertinente de aquel hombre le inspiraba
mucha desconfianza. Su intento era huir de el y preguntar a otro. Pero
aunque avivo mucho el paso, el seguia siempre a su lado diciendole mil
cosas. Un incidente feliz (algo feliz habia de pasar aquella noche) vino
a librar a Clara de aquel moscon. Iban por la plazuela de Santa Ana,
cuando sintieron detras gritos de mujer. El majo no volvio la cara; pero
tuvo buen cuidado de embozarse bien en su capa para no ser conocido.
--_Arrastrao, endino_--dijo la mujer, que era alta, gruesa hombruna y
con voz aterradora y aguardentosa.--Espera, espera, que te voy a sentar
los cinco en esa cara de documento.
Al decir esto, tiro al majo de la capa, y con mano mas pesada que una
maza de batan, cogio a Clara por un brazo y la detuvo.
--Si no fuera porque esta aqui esta senora--dijo el chulo, cuadrandose
ante la jamona--ahora _mesmo_ te volvia las narices al reves.
--i_Arrastrao_!--dijo la maja cuadrandose y moviendo la cabeza--?tengo
yo cara de cabrona? ?Te _paece_ que por una cara de escoba como esta voy
yo a consentir?...
--iCalla!--exclamo el otro--o te _ejo_ sin piernas.
--Mira, Juan Mortaja, que voy a sacarle los ojos a esta rabuja si ahora
_mesmo_ no vienes conmigo. ?Le parece a usted que a una mujer como yo se
la...? Juan Mortaja, cuando _igo_ que vamos a tener que....
--No haga usted caso--dijo el torero, dirigiendose a Clara, que estaba
sin aliento, oprimida por la mano de la jamona, como la tortola en las
garras del gavilan--No haga usted caso, nina, que esta suele rezarle un
Padre nuestro a _san cuartillo_.
--_iReendino!_--exclamo con tragico furor la maja, soltando a Clara y
echando rapidamente mano a la cintura, de la cual saco una navaja, que
esgrimio con el donaire y la presteza de un matutero.
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