ia. Usted es una
santa: yo lo dire a todo el mundo.
--iOh!--dijo la devota con la misma planidera voz: nunca crei que fuera
usted tan malo como decian. En la cara conozco yo esas cosas. No me
equivoco nunca, y estoy casi segura de que le han calumniado, de que
quieren agobiarle y confundirlo con acusaciones impertinentes.
--?Eso penso usted de mi?
--Si: segura estoy--contesto ella,--de que su corazon es bueno y recto;
que si alguna falta ha cometido, fue por ligereza y falta de prevision.
Creo tambien que no le aman a usted como se merece.
--Senora, ?que ha dicho usted?--pregunto el estudiante
vivamente.--Eso me parte el corazon porque es una verdad en que estaba
yo pensando ahora.
--Si: no le aman a usted como se merece--repitio Paulita.--Su tio es
demasiado duro.
Un observador despreocupado hubiera advertido que la santa se acerco
unas pulgadas mas a Lazaro, el cual, impresionado por la verdad que oyo
de boca de aquel oraculo, estuvo a punto de abrazarla, y lo hubiera
hecho a no impedirselo el respeto que la jerarquia y decoro evangelico
de la teologa la infundian.
--Su tio de usted, el senor don Elias--continuo la mujer
mistica,--observo que trata a su sobrino con demasiado rigor.
--Y otros tambien--dijo Lazaro, volviendo el rostro.
--?Y como quieren que sea buena una persona que no es amada?--dijo con
admirable misticismo la dama. Cuando un ser recibe ingratitudes y
desprecios, sus sentimientos se agrian, se esteriliza la fuente del bien
y del amor que hay en todo pecho humano.--Cuando un ser no es amado, ha
de ser malo por precision.
--iQue discrecion, que discrecion, senora!--exclamo el joven con
entusiasmo.--Ya fue usted mi consuelo otras veces. La consideraba a
usted santa; pero ahora veo que su sabiduria iguala a su virtud, y a su
lado me encuentro tan pequeno, que me da vergueenza.
--Si: una persona a quien se trata con tanta dureza no puede ser
buena--dijo Paula.--El amor hace prodigios; hace de los hombres incultos
y malos, hombres mansos y buenos; hace de los melancolicos y descreidos,
seres felices, creyentes y carinosos.
--iQue ciencia la de usted! Esa es la ciencia que solo pertenece a la
santidad. iDichosa quien puede ver las miserias de la tierra desde
tan grande altura, y puede juzgar serenamente de todo! Usted si que
conoce el mundo.
--No, Lazaro: yo no se lo que es el mundo.
-iOh! Entonces es usted mas feliz todavia.
--Yo--dijo la mujer perfecta, despues de una pau
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