tra aqui un hombre por
los tejados; si: un militar, buen mozo, alto, persona ... ?como dijo? de
buen porte ... pero no te asustes, Paulita: esto hay que aceptarlo con
resignacion.
Si no temiera asustar a su prima, que estaba enferma, a Salome le
hubiera dado un cuarto conato de vahido. Pero se contento con mirar a la
devota con ojos muy aterrados. La santa no hizo mas que mirar a Clara
con cierta perplejidad; y contra lo que sus parientes esperaban, no cito
ningun texto latino, ni predico ningun sermon sobre la inconveniencia e
irreligiosidad de que entraran por los tejados los militares buenos
mozos, altos y de buen porte. Clara, a pesar de su inocencia, se quedo
aterrada como una culpable.
--?Se atreve usted a negarlo?--dijo Paz, dando algunos pasos hacia ella
con el resplandor de la ira en los ojos.
--Yo ... no--dijo Clara, retrocediendo con espanto.--Si ... si lo
niego.--Despues anadio, haciendo un esfuerzo por calmarse y calmar a su
juez:--Oigame usted, senora: yo le contare la verdad; le dire lo que ha
sido. Yo soy inocente; yo no he permitido....
--iJesus, Jesus! Yo no sirvo para estas cosas--clamo Salome volviendo el
rostro.--No puedo, no puedo oir esto.
--?Que usted no ha permitido...? ?Todavia tiene atrevimiento para
negarlo?
--Yo ... yo no niego--contesto la huerfana muy consternada.--Pero yo,
?que culpa tengo de que ese hombre...?
--?Tambien le quiere usted disculpar a el? Esto nos faltaba que ver. No
puede haber perdon para tanta alevosia. iPagar de este modo el asilo que
le hemos dado sin merecerlo! Pero bien dije yo que de usted no podiamos
sacar cosa buena.
--Senoras--dijo Clara deshaciendose en lagrimas,--yo les juro a ustedes
por Dios y por todos los santos, que por mi no ha entrado ningun hombre;
que yo no soy culpable de todo eso que ustedes dicen. Yo se lo juro por
Dios y por la Virgen.
--iInsolente! Aun se atreve a disculparse.
--En verdad, esto es mas de lo que puede sufrir mi debil
constitucion--dijo la otra arpia.--Paulita, no te asustes: procura tomar
esto con indiferencia, que puedes agravarte.
--iDios mio! ?Como lo he de decir?--exclamo Clara con la mayor
amargura.--?Que hare, que dire para que me crean? ?A quien me volvere?
Yo no quiero vivir asi. No tengo padres, ni hermanos, ni amigos, ni
nadie que me defienda y me proteja. Senora, yo se lo juro a usted. No me
diga otra vez esas cosas que me ha dicho, porque yo no las merezco.
--Vamos, preparese usted a marchars
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