oprimido;
no tenia fuerzas ni voz; casi no tenia conocimiento claro de su
situacion. Bajo y se encontro en la calle; sola en la calle, sola en el
mundo, sin asilo, el cielo encima, desolacion en derredor, ni un rostro
conocido, ?A donde iba? En el portal sintio ruido y volvio la cara: era
el perro melancolico que la seguia. El pobre animal habia salido de la
casa por primera vez, y parecia decidido a no volver a entrar, pues
saltaba y chillaba con un gozo, una travesura y un aire de expansion
desconocidos en el.
CAPITULO XXXVI
#Aclaraciones#.
Al oir Lazaro de boca de las dos esfinges la noticia de la expulsion de
su antigua amiga, sintio deseos de coger por el mono a entrambas
nobilisimas damas y darles alli el castigo de su crueldad. A pesar de su
agravio, y de que no conocia las razones que habian tenido para echarla
a la calle, un gran interes por aquella infeliz se desperto en su
corazon. Indudablemente, a el le tocaba ampararla en aquel trance,
apartarla del vicio a que su soledad podia conducirla, socorrerla, en
fin, porque habla sido su amiga, le habia amado, y en tales casos es de
corazones generosos y buenos olvidar las injurias y pagarlas con nobles
acciones. Viendo que no le daban razon de su paradero, bajo y salio
dispuesto a buscarla. Pero ?donde, donde la iba a encontrar? Clara no
conocia a nadie en Madrid. Si: conocia a Bozmediano. Esta idea enfrio
repentinamente la generosidad del joven. "Tal vez--pensaba--se marcho,
porque Bozmediano la indujo a ello; tal vez ya la tenia consigo." Esto
avivo los celos y el rencor del estudiante, que resolvio no descansar
hasta descubrir el misterio de aquella salida y pedir cuentas a Claudio
de su grande traicion.
Con esta idea se dirigio a casa de este, dispuesto a dar un escandalo en
la casa si no le permitian verle. Lo probable, segun el, era que Clara
estuviera alli. Los celos le cegaban al pensar que aquella joven, que
algunos meses antes se le habia aparecido con todo el encanto de la
sencillez y de la gracia, de la virtud doliente y de la tranquilidad
domestica, habia cedido a las sugestiones de un libertino sin
conciencia. Era preciso no dejar sin castigo aquella infamia. "Aun me
interesa mucho--decia;--aun la quiero mucho para que perdone yo esta
injuria, que me parece hecha a una persona mia; injuria que cae sobre
mi, que iba a ser...."
Llego a la casa de Bozmediano y espero, paseando en la calle, a que
avanzara el dia. Cuando sintio
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