e al momento--dijo Paz con crueldad
espantosa.
--iMarcharme! Si, me marchare. Yo no quiero molestarlas a ustedes; pero
iay! esas cosas que han dicho de mi... Yo no he deshonrado la casa, yo
no he deshonrado a nadie. Pero yo soy muy desgraciada; soy huerfana,
pobre y sola; y como no tengo a nadie que me proteja, por eso nadie me
guarda consideracion y todos me tratan con desprecio. Yo no merezco eso;
yo no he hecho nada de eso que usted dice; yo soy inocente.
--No se como me contengo--dijo Paz.--Ni un instante mas. Se marcha usted
de aqui, y vaya donde quiera. Yo se que usted se alegra. Usted no desea
otra cosa que andar sola por esas calles; usted ha nacido para la calle.
Vamos, pronto. Y nada me importa que don Elias se oponga o no. Lo
aprobara. El sabe que interesarse por tan despreciable criatura es cosa
inutil. Vayase usted pronto.
--Senora--dijo Clara, poniendose de rodillas junto al lecho y
estrechandole las manos a la devota. Senora, usted me defendera; usted
que es tan buena, que es una santa; usted que ya me defendio otra vez.
?No es verdad que usted sabe que yo soy inocente? Digalo usted: me estan
calumniando. ?Que va a ser de mi si usted no me defiende?
La devota no habia hablado palabra: continuaba como distraida y ajena a
todo aquello. Cuando sintio las manos de la que habia sido, aunque por
poco tiempo, su companera y amiga, volvio hacia ella la cara cubierta de
palidez, y expresando cierta atonia, la miro, y con voz tenue y como
indiferente, dijo: "?Yo?" Callo en seguida. Salome separo a Clara con un
ademan desdenoso del lecho de su prima, diciendo:
--Nuestra paciencia nos va a perder. Cuidado, Paz, que somos demasiado
condescendientes. ?Como es que esta todavia aqui esta mujer?
--Al momento a la calle. Vamos, pronto--dijo Paz. Recoja usted sus
bartulos, y al momento. Haga usted un lio de su ropa.
--Senora, por Dios, no me eche usted asi--dijo Clara, poniendose de
rodillas y cruzando las manos.--A estas horas ... sola ... yo no conozco
a nadie ... ?Que va a ser de mi? ?A donde voy? Espere usted, por la
Virgen Santisima, a que venga don Elias, que, siendo huerfana, me
recogio.... El no me abandonara de este modo ... Estoy segura.
--Nada, nada. ?Aun espera usted enganarle otra vez? Salga usted al
momento de nuestra casa.
--Pero, senoras--continuo Clara,--?adonde voy? Sola, de noche ... yo
tengo miedo ... yo tengo mucho miedo ... yo no conozco a nadie....
--?Que no conoce a nadie? ?Y tie
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