ado le ocupaba todo.
En el otro balcon hacia don Silvestre detallado relato de las cofradias,
pendones, estandartes, imagenes y corporaciones que iban desfilando.
Salome ostentaba en su muneca el ridiculo, que caia sobre el antepecho
del balcon, ofreciendo al asombro del numeroso publico los vivos colores
de sus mostacillas azules y de sus lentejuelas doradas. Era el tal
ridiculo primorosa obra, en cuya elaboracion tomaron parte las delicadas
manos de su duena; obra del siglo pasado y del ano 94, en que la dama lo
lucio en los paseos de la Florida los dias de invierno, con gran
aceptacion de la juventud de entonces. Salome profesaba mucho carino a
aquella prenda, porque le parecia que al cenirla a su muneca llevaba
consigo un amuleto de perpetua juventud.
--Se te va a caer--le dijo su tia, viendo como se balanceaba la prenda
sobre el antepecho del balcon.
--No se cae--dijo Salome, que gustaba mucho de lucir en las grandes
solemnidades aquel mueble hereditario, y creia que desde la calle hacia
un efecto magnifico.
La ordenada turba de monagos, clerigos, cofrades, archicofrades y
penitentes seguia desfilando. La gorda y su hermano se hacian lenguas
cada vez que pasaba un estandarte, una cruz. El codo de Lazaro tocaba el
codo de la devota, y esta tenia cruzadas las manos, y la cabeza
inclinada a un lado, porque sin duda le halagaba el suave roce de las
adelfas. Despues se paso la mano por los ojos como si se apartara un
velo imaginario.
Cuando la procesion estaba en su lleno, digamoslo asi, un grito
resono en el balcon inmediato. iOh dolor! El ridiculo de Salome habia
caido a la calle.
--iY esta en el la llave de la casal--dijo Paz con terror.
Lazaro no necesito oir mas; su determinacion fue rapidisima. Se quito
del balcon, y dijo vivamente:
--Voy a buscarlo.
El ridiculo cayo sobre las cabezas de los transeuntes; paso de mano en
mano, y fue arrastrado por la multitud do tal modo, que un momento
despues de caido estaba a gran distancia. Lazaro, que vio esto, bajo
rapidamente, llego a la calle y atraveso, con mucho trabajo, por entre
la multitud. Su determinacion era decisiva.
--iQue feliz coincidencial--decia para si.--Alli esta la llave: la tomo,
corro a la casa, abro; el viejo debe estar arriba durmiendo la siesta:
entro, la veo, la hablo, la digo ... que se yo lo que le voy a decir ...
y me vuelvo a escape. Si las viejas sospechan, inventare cualquier
mentira. No hay mas remedio.
Al fin llego ja
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