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de palo: todos le miraban, excepto Clara, la cual insistia en acercar tanto los ojos a su labor, que era dificil comprender como no se sacaba los ojos con la aguja. Elias miro a Lazaro con asombro. Paz con asombro, Salome con asombro, todos con asombro, y el mismo llego a creer que era un fantasma evocado, el temeroso espectro del sobrino de Coletilla. Salome le indico una silla con el dedo en que tenia las sortijas, y Paz le dijo con el registro de voz mas desdenoso y augusto: --Sientese usted, caballerito. Cuando el joven dijo "gracias, senora," su voz resono debil y dolorida, anunciando tanto sufrimiento y postracion, que Clara no pudo menos de alzar los ojos y mirarle con subita impresion de interes. Le encontro muy palido y abatido; comprendio lo que el infeliz habia pasado en aquellos dias, y necesito todo el esfuerzo de que su alma valerosa era capaz para no echarse a llorar como una tonta en presencia de aquellas tres rigidas damas y del furibundo Coletilla. --Ya estas senoras saben lo que has hecho al llegar a Madrid--dijo Elias a su sobrino con mucha severidad. Paz y Salome fruncieron el ceno para que nadie pudiera poner en duda su indignacion. Lazaro no contesto, porque estaba muerto de vergueenza, y en aquel momento las dos damas le parecian las dos personificaciones mas perfectas de la justicia humana. --?Recuerdas lo que te dije cuando fui a verte a la carcel? --Si, senor: no lo he olvidado. --Ahora vivo aqui, en casa de estas senoras que nos han ofrecido a mi y a Clara un asilo. --Solo por usted, senor don Elias--dijo Salome. --Ya lo se; solo por mi--contesto el viejo.--Pero yo--continuo dirigiendose a Lazaro,--si te llame estando en la otra casa, ahora no me atrevo a darte hospitalidad porque.... --Senor don Elias--dijo Paz,--de lo de arriba puede usted disponer a su antojo. Ya sabe usted lo que hemos convenido. Solo lo hacemos por usted. --Yo no puedo--prosiguio Elias, haciendo una gran reverencia,--yo no puedo decir a este muchacho que se quede en esta casa. Su conducta ha sido tan escandalosa, que no me atrevo.... --No hay falta, por grande que sea, que no pueda corregirse--dijo Salome, mirando con sublime proteccion al desdichado Lazaro, a quien parecieron aquellas palabras el colmo de la generosidad. --Efectivamente--dijo Paz en tono de enfatica indulgencia.--Hay faltas tan enormes, que por su misma enormidad necesitan indulgencia. Mi opinion es que este caballerito debe
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