por el
excesivo celo. Bien me decia el padre Silvestre que la piedad en demasia
es perjudicial, porque mata el cuerpo, sin el cual el alma no puede
tener fortaleza.
--Pero, ?que tiene usted?--pregunto Clara un poco alarmada.
--No estoy buena--dijo la mujer mistica restregandose entrambos ojos,
como si los tuviera doloridos por la vigilia o cansados de
mirar.--Siento un calor aqui dentro ... y una agitacion ... Pero es del
ayuno, hermana; es del ayuno.
--Pues debe usted moderarse. Descanse unos dias.
--Si, lo hare, y esta semana no rezare oracion doble, como hasta aqui, y
suprimire horas por la noche.
--Ya lo creo. ?No es bastante rezar una vez? Si es usted una
perfecta santa.
--?No le parece a usted que es bastante una vez?--pregunto Paula con
mucha, ansiedad.
--Si; y debe usted tratar de reponerse.
--?Como ha dicho usted, Clarita? ?Reponerme? Veo que sabe usted dar muy
buenos consejos.
--Reponerse, si ... Distraerse un poco.... Salir....
--iSalir!--exclamo la mistica tan asustada, que Clara se arrepintio del
consejo--iSalir! y ?a donde?
--Pues ... quiero decir ... que usted debe procurar ... pues.... Cuando
se esta mucho tiempo encerrada en la casa, la salud se quebranta ... asi
es que ... siempre es bueno ... salir un poco....
--iClara!--dijo dona Paulita con la expresion de estupor y gravedad del
que hace un gran descubrimiento.--?Sabe usted que su consejo es muy
sabio? No crei yo ... Es verdad. Eso ?por que ha de ser malo? Yo siento
ahora que tengo necesidad de ... salir, de andar, de respirar.... Si,
es preciso.
Estaba inmutada. Parecia que en su espiritu y en su organismo se
verificaba una crisis muy transcendental. Toda ella se dilataba, como si
aquel dia hubiera perdido de una vez la fuerza de concentracion, la
ligadura interna que la comprimia desde el nacer. No podemos explicarnos
todavia nada de lo que por ella pasaba.
--Debe usted cuidarse, debe usted vivir--dijo Clara.
--Si: debo cuidarme, debo vivir--repitio Paula en el tono de
estupefaccion que emplea el que oye por vez primera la solucion concisa
de un problema en que ha estado trabajando infructuosamente toda la
vida.--iDebo vivir!
En aquel momento sus ojos miraban en derredor, asombrados, asustados,
con melancolia y vaguedad, como el que no ha visto nunca un horizonte y
lo ve por primera vez.
Pero de repente la dama se levanto agitada, se dirigio a su
reclinatorio, se arrodillo, abrio el libro de horas, inclino
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