la que
contesto Clara con un _Pater noster_: las dos se miraron. Clara temblo,
porque creia que la devota la iba a reprender duramente, como de
costumbre, por su equivocacion, pero ?cual fue su asombro al ver que la
santa desplego suavemente los labios, se sonrio con una expansion
inefable, que nadie, absolutamente nadie, habia observado jamas en
aquella casa, y acabo por reir con franqueza y desahogo, cosa fenomenal
y nunca vista en tan ejemplar mujer?
Pero Clara, aunque se sorprendio mucho, no dio importancia al hecho. La
otra se sonrojo ligeramente, y tomando de nuevo el libro de Santa
Teresa, dijo:
--Voy a ver si encuentro un pasaje que hay aqui recomendando la
penitencia. Hojeo el libro, y leyo.
--_Sostenedme con flores y acompanadme con manzanas, porque desfallezco
de mal de amores_. iOh, que lenguaje tan divino es este para mi
proposito! ?Como, esposa santa, mataos la suavidad? Porque, segun he
sabido algunas veces, es tan excesiva, que deshace el alma de manera que
no parece ya la hay para vivir y pedir flores.--No, no es esto; a ver
esto otro--dijo hojeando mas:--Es, pues, esta oracion una centellica que
comienza el Senor a encender en el alma del verdadero amor suyo, y
quiere que el alma vaya entendiendo que cosa es este amor con
regalo.--Vamos, tampoco es esto. No he de encontrar hoy el pasaje.
Sigamos, hermana, en nuestro rezo.
Empezo formalmente el rosario. Paula dijo un _Dios te salve_ el numero
de veces necesario; pero al llegar al sitio del _Padre nuestro_, siguio
diciendo _Dios te salve_ hasta treinta veces, con tanta prisa, que no
esperaba a que la otra concluyera su _Santa Maria._ Clara contestaba
tambien muy a prisa para no quedarse atras: asi es que, por ultimo,
apresurandose una y otra, resultaba que aquello parecia una apuesta de
velocidad en la pronunciacion. Llegaron al fin sin aliento y muy
cansadas. Paulita tuvo necesidad de respirar el aire libre, abrio el
balcon y miro a la calle; hecho inusitado, cuya gravedad no comprendio
Clara tampoco.
--iAy, que he abierto el balcon!--exclamo, comprendiendo la atrocidad
que habia cometido.--iHe abierto el balcon!
Y lo cerro con sobresalto, como una monja que hubiera sorprendido
abierta la reja del locutorio.
--Hermana--dijo despues,--?sabe usted que he decidido no ayunar manana?
--Hara usted bien: es usted una santa; pero no ayune usted tanto,
senora: eso no es bueno.
--Tienes razon, Clarita, y yo creo que esto que tengo es causado
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