buenas prendas--dijo la de
Porreno, abriendo a San Juan Crisostomo.--?Y tiene padres?
--Tiene a su madre--contesto Clara, bajandose para recoger una cosa que
no se le habia caido;--su madre, que es una carinosa mujer, muy santa y
muy buena.
--Pues ya ... Bien se conoce que asi habia de ser--afirmo Paula,
hojeando al santo.--Me figuro que sera una mujer excelente.
--Asi es.
--Bien merece ese joven que se le proteja. Cuando el alma es buena ...
?Quien no pecara alguna vez?
Al decir esto arqueo las cejas, miro el libro, hizo todos los esfuerzos
imaginables para leer medio renglon, y despues de emplear cinco minutos
en tan importante tarea, volvio a hablar diciendo:
--?No tiene ninguna hermana?
--No, senora.
--iOh!--exclamo Paulita, dejando definitivamente a San Juan
Crisostomo;--me olvidaba de mi rezo. Hermana, con la conversacion de
usted me he distraido. Vamos a rezar.
Pero en lugar de tomar el libro de oraciones, tomo un libro de Santa
Teresa, y lo abrio maquinalmente. Clara tomo el rosario, mientras la
devota empezo la salmodia con la vista fija en el libro y equivocandose
a cada momento. En lugar de decir un _Padre nuestro_ decia una _Salve_,
y se trastorno de tal modo el rezo, que al cabo de un momento se
encontraron perdidas en un laberinto sin saber en que parte del rosario
se hallaban.
--iAh, que cabeza la mia!-dijo la santa deteniendose;--pero iay! con la
conversacion de usted me he distraido. Sigamos.
Pero en vez de pronunciar el _Pater noster_ fundamental, que es lo que
procedia para empezar de nuevo, clavo los ojos en el libro, y
maquinalmente leyo:
--De dos maneras de amor quiero yo ahora tratar: uno es espiritual,
porque ninguna cosa parece le toca la sensualidad ni la ternura de
nuestra naturaleza; otro es espiritual, y que junta con el nuestra
sensualidad y flaqueza ...--Que distraccion!-observo despues.
Y aparto el libro con desden, miro al techo y se estuvo quieta un buen
rato, sin dar senales de vivir en este mundo, permaneciendo tanto
tiempo inmovil y con tal profundidad extasiada, que Clara se alarmo, y
tuvo al fin que decidirse a tirarle de la manga, con lo cual la devota
bajo del cielo.
--iAy, hermana!--dijo vivamente.--Usted no sabe rezar el rosario; deme
aca.
Y le quito a Clara el rosario de las manos, lo tomo y empezo a contar
las cuentas una por una con tanta escrupulosidad, que empleo lo menos
diez minutos en tan dificil operacion. Despues rezo una Salve, a
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