de hora, cuando se dirigio de nuevo al lecho del joven que,
vencido por el sueno, dormia ya profundamente, y grito:
--iDespierta, Lazaro!
Y desperto dando un salto, aterrado y convulso, como debemos despertar
el ultimo dia, cuando suene la trompeta del Juicio. Aquel viejo le habia
de quitar tambien los unicos momentos de reposo que sus desventuras le
permitian.
--?Conoces aqui a un jovencito que se llama Alfonso Nunez, y a otro que
se llama Roberto, conocido generalmente por el Doctrino?
--Si, senor--contesto Lazaro atemorizado, por creer que tambien le iba
a participar la muerte de sus dos amigos.
--Buenos chicos, ?eh?--dijo Elias, riendose como deben reir los brujos
en el aquelarre.
El sobrino no contesto, contentandose con encomendar mentalmente a Dios
a su buen amigo Alfonso Nunez.
--iTengo un plan!...--anadio el fanatico con cierta satisfaccion de si
mismo,--plan soberbio. Si supieras, Lazaro. Pero tu eres muy tonto y no
puedes comprender esto. Son buenos chicos esos que te he dicho, ?no? Asi
... muy exaltados, muy amigos de embaucar al pueblo y pronunciar
discursos ... pues, asi como tu.
Lazaro su asusto mas y comprendio menos.
--Esos chicos valen mucho. iSi supieras que utiles son! Amantes de la
libertad, habladores, impetuosos, entusiastas. iAh! No temo yo a estos
... Lo haran bien. iPlan magnifico!
Despues, como si se arrepintiera de haber dicho demasiado, aparto la
vista de su sobrino, murmuro algunas voces incoherentes, y volvio a
hojear sus papelotes, escribiendo algo y grunendo siempre, sin dejar de
gesticular como si hablara con alguien.
Lazaro miro un buen rato la livida faz del viejo realista, que,
iluminada de lleno por la luz, ofrecia fantastico e infernal aspecto.
Las orejas se le transparentaban, los ojos parecian dos ascuas, y el
craneo le lucia como un espejo convexo. Los singulares objetos que le
rodeaban, o los que cubrian las paredes de la habitacion, aumentaban el
terror del estudiante. Aquel sillin de vaqueta, testigo mudo del paso de
cien generaciones; aquellos cuadros viejos; los muebles de talla,
exornados con figuras grotescas y de rarisima forma, daban a la
decoracion el aspecto do uno de esos destartalados laboratorios en que
un alquimista se consumia devorado por la ciencia y las telaranas.
Despues de cerrar los ojos, entregado por fin al sueno, el joven Lazaro
continuo viendo a su tio con los objetos que le rodeaban.
Representaronsele ademas las siniestras f
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