por....
--?Que ha olvidado usted?--le dijo Clara.--Me olvide de rezar dos _Padre
nuestros_ por el sobrino de nuestro buen amigo don Elias.
--Jesus; ?Que le ha pasado? ?Que es de el?--exclamo vivamente Clara sin
poderse contener.
--No se asuste, hermana, que no ha muerto--contesto friamente la devota.
--?Pues que le ha pasado?--continuo Clara, que se habia puesto palida y
temblorosa.
--Que esta preso en la carcel, y bien merecido.--?Pues que ha hecho?
--Alborotar por esas calles y hablar en los clubs una serie de cosas tan
perfidas o infernales, que horroriza el recordarlas. Anoche nos conto
don Elias todo lo que ese desalmado joven ha hecho, y pase un mal rato.
Clara estuvo un momento sin poder articular palabra. La repentina
noticia la turbo tanto, que no se atrevio a preguntar mas.
--Hermana--prosiguio la devota,--ique muchachos los del dial! iQue
horrible corrupcion! Ese joven debe ser un monstruo. Pero iay! debemos
tener compasion con los delincuentes que yerran. No es que crea yo,
como Origenes, que hasta el diablo se ha de salvar. Pero debemos
compadecer y amar a los pecadores, aunque estos sean de los mas
empedernidos y rebeldes.
--?Pero que ha hecho?--repitio Clara, haciendo un gran esfuerzo para
disimular su turbacion.
--No lo se punto por punto; pero son cosas tan horribles.... Ha hecho lo
que otros tantos desvergonzados que andan por ahi. Esta sociedad esta
perdida. A ver, hermana, si aprende usted pronto eso que le he dicho
sobre la gracia eficaz.
--?Pero esta preso?--anadio Clara con mas miedo.--Preso, si, y no lo
soltaran tan pronto. Pero esta usted inmutada ... Ya, le tiene
compasion, y es natural. La compasion a los semejantes es una de las
virtudes que mas recomienda Tertuliano. Usted esta palida, hermana.
Pero, ya: es efecto de la compasion. Voy a rezar. Y dejando el libro,
tomo el rosario y rezo. Clara bajo la cabeza y siguio cosiendo. Era tal
su congoja, que no daba un punto a derechas; picose los dedos muchas
veces, y la costura salio tan mal que pronto fue preciso desbaratarla y
coserla de nuevo.
Dejemoslas y acudamos a las visitas. En la sala estaban Maria de la Paz,
Salome, y delante de ellas, en pie y respetuosamente, Elias Orejon y el
ex-abate don Gil Carrascosa.
Nada hemos hablado hasta ahora de la amistad de este singular personaje
con las venerables viejas. Carrascosa, en su calidad de abate
entrometido, frecuentaba la casa de Porreno, lo mismo que otras de la
mas
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