El buen humor de la segunda ruina era siniestro.
--Quiero decir--continuo el abate, despues de toser dos o tres
veces--que venia a ver si consentian ustedes en que esa joven ... esa
joven que ustedes protegen....
A Salome le entro una tos convulsiva, no sabemos si originada por una
causa fisica o por la necesidad de disimular y no ofrecer a la
contemplacion de don Gil las arrugas triangulares y el color cardeno
que aparecieron en su cara al oir aquella proposicion. Maria de la Paz
se restrego un ojo como si le escociera. Oyose la voz de dona Paulita
que rezaba un latinajo incomprensible.
--Esa joven--continuo Carrascosa,--que se llama ... ya no me acuerdo de
su nombre. Pues ... esa que es tan guapita y tan modesta. De seguro no
habra en la procesion ninguna que la iguale.
--iSenor don Gil!--exclamo Maria de la Paz Jesus con explosion de colera
repentina.--?Como se ha figurado usted que yo podia consentir en
semejante cosa? Ya le he dicho a usted que esas comitivas me parecen muy
indecentes, y si esa nina quisiera prestarse a ser escandalo de la
Corte, no entraria mas en esta casa. Por parte suya, no dudo que
consintiera, porque es tan aficionada a coquetear por ahi, que si la
dejaran habia de estar todo el dia en la calle detras de los hombres.
Pero no ... no me hable usted de eso.
--Yo sospechaba desde el principio a donde iba usted a parar, senor
Carrascosa: pero quise aguardar a que se explicase--dijo Salome con
mucho desden.
--Senoras, veo que son ustedes inflexibles. Conozco mucho la noble
entereza del caracter de ustedes y el teson de sus principios para
insistir mas sobre este punto.
En aquel momento dona Paulita, que, sin salir de la habitacion interior,
no perdia silaba de lo que alli se decia, tomo parte en la conversacion,
variando de sitio para que la oyeran mejor.
--iOh, Dios mioi--dijo.--No consentire yo tal cosa. iHasta las personas
mas perfectas caen alguna vez! iHasta de los hombres mas de bien y de
mejor conducta se vale el demonio para sus perversos fines! iQuien diria
que usted, senor don Gil Carrascosa, habia de ser instrumento de
perdicion para esta pobre muchacha!
--iYo, senora mia!
--No: ya se que es sin querer, que a veces Dios permite que una persona
buena sea, sin saberlo, causa de la perdicion de otra. No le echo a
usted la culpa. Pero esta pobre nina tiene quien vele por ella. No
caera otra vez; que gracias a un buen angel ha salido ya del abismo la
pobrecita, y se ha
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