existia en la Naturaleza.
--Me contaron tu hazana--continuo el viejo con su habitual entonacion
cavernosa,--y cuando supe que el delincuente era hijo de mi hermana, la
indignacion y la vergueenza se apoderaron violentamente de mi. No crei
que fueras perturbador del orden publico. Si tal cosa hubiera sabido, te
habrias quedado en el pueblo. Despues he averiguado mas. Se que
llegaste, y en vez de ir a mi casa fuistes con unos badulaques al cafe
de la _Fontana_, donde te hicieron hablar y hablaste ... y por cierto
que lo hiciste muy mal. Todos se han reido de ti. Estuviste despues
alborotando toda la noche con los que apedrearon la casa de Merilleu.
--iAh! no, senor; yo no.
--De cualquiera manera que sea, tu conducta es imperdonable. Pero dime:
?desde cuando te has metido a orador? No sabia yo que en Ateca hubiera
tanta elocuencia. Te habran aplaudido los segadores en las eras, y te
has creido por eso un Demostenes.
El fanatico reia con tan maligno acento de sarcasmo, que a Lazaro le
parecia tener delante un grotesco demonio. Cada palabra abria en el
corazon del pobre prisionero una nueva herida, y le abatia y
avergonzaba mas.
--Pero no extrano tus desvarios--continuo Elias:--el desorden cunde por
todas partes. ?Que mucho que estos pedantuelos de aldea tengan tales
humos, cuando los sabios de la ciudad ofenden el sentido comun con sus
ridiculos debates? Sin duda algun garito de Zaragoza ha sido el primer
teatro de tu petulancia.
La imaginacion de Lazaro midio rapidamente el abismo que en ideas y
sentimientos le separaba de su tio. Pero se sentia dominado por el, y no
podia contradecirle.
--Aqui--continuo el fanatico con su espantosa burla, aqui puedes hablar a
tus anchas: nadie te molestara. Lo que puede ocurrir es que te crean
loco y te lleven a un manicomio. Alli debiera estar media Espana. Pero
no, ?que digo media Espana? una pequena parte, porque casi todos los
espanoles conservamos el juicio. Solo una porcion de hombres mezquinos,
mezquinos de juicio, de caracter, de todo, manifiestan con su conducta
todo el extravio de que es capaz nuestra naturaleza. Pero esto
concluira; yo te juro que concluira, o es preciso creer que no hay Dios
en el cielo, perder la fe y renegar del mundo y del alma. Mira,
Lazaro--continuo con tono vehemente y apretandole el brazo con tanta
fuerza, que le hizo retroceder inmutado y perplejo;--Lazaro, si tu eres
de esos, olvida que por tus venas corre mi sangre, olvida que soy
he
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