balcon. Bajaron a la calle con mucha prisa para unirse al gentio,
aunque Lazaro pensaba dejar aquello y marcharse inmediatamente a casa
de su tio, recogiendo de antemano su mezquino equipaje en el parador
del Agujero.
--?Quien es ese joven?--dijo don Gil a la patrona luego que los cuatro
habian bajado.
--No se quien es: le trajeron anoche.
Carrascosa creyo reconocer en aquel joven al sobrino de su amigo, a
quien habia tratado en Ateca; y queriendo cerciorarse, porque sin duda
le interesaba, bajo tras ellos. Los cuatro jovenes se mezclaron al
gentio: no se podia dar un paso. La procesion estaba organizada, y
pronto iba a emprender la marcha para salir a la calle de Atocha. Gran
confusion reinaba en la multitud, y eran vanos los esfuerzos de dos o
tres personas para poner en filas ordenadas al pueblo y dirigirle.
Lazaro trato de marchar a donde debia; pero tuvo una tentacion, que le
hizo detener meditabundo y preocupado. Al ver aquella multitud, su
imaginacion, abatida y exanime desde la singular escena del cafe, volvio
a remontarse tomando su acostumbrado vuelo. Alli estaba reunido un
pueblo, dispuesto a una gran manifestacion. Confuso y como asustado de
su empresa, la muchedumbre vacilaba, no tenia fijeza ni determinacion:
sin duda alli faltaba algo. Lazaro quiso dominarse rechazando la
tentacion. Se alejo del pueblo y volvio a acercarse a el.
"Si--pensaba,--aqui falta algo: falta una voz."
Habia llegado aquel momento supremo de las agitaciones populares en que
las turbas se paran silenciosas, alterados los miles de corazones por un
solo y profundo temor, trastornadas las mil cabezas con una sola duda.
Falta que una voz sola diga lo que todos sienten. En estos momentos
solemnes es cuando vemos un cuerpo elevarse sobre miles de cuerpos y una
mano temblorosa extenderse sobre tantas cabezas. Una voz expresa lo que
en tantos cerebros pugna para adquirir formas orales; esa voz dice lo
que una multitud no puede decir; porque la multitud que obra como un
solo cuerpo con decision y seguridad, no tiene otra voz que el rumor
salvaje compuesto de infinitos y desiguales sonidos.
Cuando aquel hombre ha hablado, la multitud ha dicho lo que tenia que
decir; la multitud se conoce, ha podido recoger y unificar sus fuerzas,
ha adquirido lo que no tenia: conciencia y unidad. Ya no es un conjunto
inorganico de fuerzas ciegas: es un cuerpo inteligente cuya actividad
tiende a un objeto fijo, bueno o malo, pero al cual se encamin
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