ndo vine aqui sosteniendo a ese pobre senor.
--iOh! y ahora puede venir--dijo Clara alarmada. Marchese usted, por
Dios. Yo no le conozco, ni me importa todo eso que me ha dicho. Si
el llega....
--Lo que menos me importa es ese viejo--contesto el militar.--Antes me
interesaba un poco. Crei que era de usted pariente, su esposo tal vez.
Pero despues he sabido que es un tiranuelo que vive para martiriza a una
pobre huerfana, que se muere da melancolia encerrada aqui. No puedo
ver con indiferencia que una persona tan guapa, tan amable, tan digna de
ser feliz, pase la vida en poder de esa fiera.
--iOh! Pues yo estoy bien asi. Le agradezco a usted su bondad--contesto
Clara;--pero no es necesaria. Vayase usted, por Dios.
--No me ire, no--dijo el militar, exaltandose un poco. Hace algunos dias
que me preocupa la idea de los martirios que usted debe sufrir. Siento
un deseo muy grande de libertarla a usted de ese maniatico, y creo que
realizare este proposito. He pasado por ahi cien veces al dia y me ha
dado horror el aspecto sombrio de esta casa, sepulcro en vida de tan
bella criatura. Usted se reira de mi, lo comprendo. Le parecera extrano
este interes que tomo por una persona a quien solo he visto una vez;
pero de este misterio no hay que hablar ahora. Lo que importa es que
usted se decida a hacer lo que yo le aconseje. Sepa usted que he jurado
no permitir que muera aqui de hastio y soledad. Estoy seguro de que
usted, que con tanta sencillez me comunico la unica vez que nos vimos
parte de sus desventuras, tendra hoy la confianza que necesito, sabra
apreciar la nobleza de mis propositos y no se opondra a que se realicen.
Clara no sabia que contestar. Estaba confundida al ver el generoso y
fraternal interes que tenia por ella una persona a quien habia visto tan
poco. Esto hubiera llenado de orgullo a otra mujer; pero Clara era muy
modesta, y ante aquella manifestacion afectuosa no tuvo mas que gratitud
y vergueenza. Nunca creyo merecer aquello.
--Yo lo agradezco mucho, senor--dijo;--pero....
La verdad es que no podia decirle que era feliz y que deseaba continuar
aquel genero de vida. Era cierto lo que el militar decia. Era imposible
vivir en compania de aquella fiera. ?Pero acaso no esperaba su salvacion
de otra persona? Esta idea la indujo a rechazar con mas energia las
ofertas que aquel le hacia.
--Usted no conoce a la persona con quien vive--continuo el
militar.--Usted no le conoce, yo si: ya me he informado de
|