Traigala usted, don Elias, que yo confio en que esa desdichada entrara
por el buen camino, y sera una santa tal vez. ?No lo fue Maria la
Egipciaca?
Elias manifesto con repetidos movimientos de cabeza que estaba conforme
con estas apreciaciones. Salio de la casa, y una hora despues volvio
acompanado de Clara.
Para hacer comprender lo que Clara encontro de terrible en la
determinacion del realista, conviene describir prolijamente la casa y
sus extraordinarios habitantes.
CAPITULO XV
#Las tres ruinas.#
Las tres senoras de Porreno y Venegas vivian en una humilde casa de la
calle de Belen: esta casa constaba de dos pisos altos, y aunque vieja no
tenia mal aspecto, gracias a una reciente revocacion. No habia en la
puerta escudo alguno, ni empresa heraldica, ni portero con galones en
el zaguan, ni en el patio cuadra de alazanes, ni cochera con carroza
nacarada, ni ostentosa litera. Pero si en el exterior ni en la entrada
no se encontraba cosa alguna que revelase el altisimo origen de sus
habitadores, en el interior, por el contrario, habia mil objetos que
inspiraban a la vez curiosidad y respeto.
Es el caso que en la ruina de la familia, en aquella profana liquidacion
y en aquel bochornoso embargo que sucedio a la muerte del Marques, pudo
salvarse una parte de los muebles de la antigua casa (que estaba en la
calle del Sacramento), y fueron transportados a la nueva y triste
habitacion, acomodandolos alli como mejor fue posible. Estos muebles
ocupaban las dos terceras partes de la casa y casi todo el piso segundo,
que tambien era de ellas. Les fue imposible entregar a la deshonra de
una almoneda aquellos monumentos hereditarios, testigos de tantas
grandezas y desventuras tantas.
En el pasillo o antesala, que era bastante espacioso, habian puesto un
pesado armario de roble ennegrecido, con columnas salomonicas, gruesas
chapas de metal blanco en las cerraduras y bisagras, y en lo alto un
ovalo con el escudo de la casa de Porreno y Venegas, el cual escudo
consistia en seis bandas rojas en la parte superior, y en la inferior
tres veneros relucientes sobre plata y verde, ademas de una cabeza de
sarraceno, circuido todo con una cadena y un lema que decia: _En la
Puente de Lebrija peresci con Lope Diaz._ (No nos detendremos en la
explicacion de este sapientisimo lema, que aludia sin duda a la muerte
del primer Porreno en alguna de las expediciones de Alfonso VIII en
Andalucia.)
Las paredes de la misma
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