del rey (1603), fueron mirados al principio con gran recelo
por la devota esposa de aquel senor, que creyendo fuesen cosa diabolica
y hecha por las artes del demonio, como indicaban aquellos cabalisticos
y no comprendidos signos, resolvio echarlos al fuego; y si no lo hizo
fue porque se opuso el octavo Porreno (1832), el mismo que fue despues
consejero de Indias y gran sumiller del senor rey don Felipe IV. Junto a
la cama campeaba un sillon de vaqueta chaveteado, testigo mudo del
pasado de tres siglos. Sobre aquel cuero perdurable se habian sentado
los gregueescos acairelados de un gentil hombre de la casa del Emperador;
recibio tal vez las gentiles posaderas de algun padre provincial, amigo
de la casa; quizas sostuvo los flacos muslos de algun familiar del Santo
Oficio en los buenos tiempos de Carlos II, y, por ultimo habia sido
honroso pedestal de aquellas humanidades que llevan un rabo en el
occipucio y aparecian constantemente aforradas en la chupa y ensartadas
en el espadin.
No lejos de este monumento se encontraban dos o tres arcones, de esos
que tienen cerraduras semejantes a las de las puertas de una fortaleza,
y eran verdaderas fortalezas, donde se depositaban los patacones, y
donde se sepultaba la vajilla, la plata de familia, las alhajas y joyas
de gran precio; pero ya no habla, en sus antros ningun tesoro, a no ser
dos o tres docenas de pesos que dentro de un calcetin guardaba dona Paz
para los gastos de la casa. Encima de estos muebles se veian roperos sin
ropa, jaulas sin pajaros, y arrinconado en la pared, un biombo de cuatro
dobleces, mueble que, entre los demas, tenia no se que de alborozado y
juvenil. Eran sus dibujos del gusto francos que la dinastia habia traido
a Espana; y en los cinco lienzos que lo formaban, habia amanerados
grupos de pastoras discretas y pastores con peluca al estilo de Watteau,
genero que hoy ha pasado a los abanicos.
Tambien existe (y si mal no recordamos estaba en la sala) un reloj de la
misma epoca con su correspondiente fauno dorado; pero este reloj, que en
los buenos tiempos de los Porrenos habia sido una maravilla de
precision, estaba parado y marcaba las doce de la noche del 31 de
Diciembre de 1800, ultimo ano del siglo pasado, en que se paro para no
volver a andar mas, lo cual no dejaba de ser significativo en semejante
casa. Desde dicha noche se detuvo, y no hubo medio de hacerle andar un
segundo mas. El reloj, como sus amas, no quiso entrar en este siglo.
Un lienz
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