lo que antes le habia dicho con muchas palabras, es decir, que confiara
en el y esperara. Hubiera querido verse acompanado de la joven hasta la
puerta; pero la infeliz no se atrevio. Cuando el militar estuvo fuera,
Coletilla se volvio a Clara, y con irritados ademanes, le dijo:
--?Hace mucho que entro aqui ese hombre?
--No, senor: un momento antes de usted llegar--respondio
temblando Clara.
--?Y por que le habeis abierto? ?No dije que no abrierais a nadie?
--Venia a preguntar por usted.
--?Por mi? Ya...--contesto Elias con furia.--Algun espia del
Gobierno. Pero ya me figuro la verdad. Este es algun mozalbete que te
hace la corte.
--?A mi? No, senor. Si no le conozco, no le he visto nunca, dijo Clara
temblando.
--Pues yo le he visto rondando esta calle. Si, senora, le he visto. No
me lo niegues. iTu tienes tratos con el, tu le has hablado, tu le has
dado cita aqui!...
Clara no habia visto nunca a Elias tan encolerizado contra ella. Las
inculpaciones que le hacia ofendieron tanto su inocencia, que en aquel
momento sintio lo que nunca habia sentido: una secreta aversion hacia
aquel hombre.
--Yo he sido un padre para ti, Clara; pero tu no has sabido apreciar
mi proteccion--continuo Coletilla con encono.--Tu eres una ingrata,
una mujer sin juicio; abusas de la libertad que te doy, abusas de mi
alejamiento de la casa. Pero yo juro que te enmendaras. Es preciso que
hoy mismo tome la determinacion que habia pensado. Si, hoy mismo.
Ahora mismo.
--Le digo a usted que no se quien es ese hombre; que hoy ha entrado
aqui a preguntar por usted. Yo no se quien es ni me he ocupado nunca de
semejante persona.
--Hipocrita, ?piensas que creo en tu aire de mosquita muerta? Fiese
usted de las ninas apocaditas. Pero tus travesuras se concluiran,
Clara. Ya no comprometeras otra vez mi reposo como hoy. Yo estoy
siempre fuera, y no quiero que durante mi ausencia se convierta esta
casa en un infame garito.
Clara no podia creer aquellas palabras. Ya sabemos que era poco ducha en
contestar cuando el terrible anciano la reprendia. Y esta vez su honor
ofendido no encontro tampoco las palabras que en aquella situacion
convenian. Nego y lloro tan solo, argumento que el realista tomo como la
ultima expresion de la hipocresia y el engano.
--Preparate, Clara, a salir de aqui. No mereces los sacrificios que he
hecho por ti. A ver si ahora compras florecitas y arreglas cintajos para
coquetear en la ventana. Vas a vivir de aq
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