iracion de
Aranjuez, y caido Carlos IV, el Principe heredero no perdono medio de
hacerle dano. Su hermano don Carlos Porreno cometio el desproposito de
afrancesarse durante la guerra, y la proteccion de Junot y de Victor no
sirvieron sino para que fuera despues condenado a perpetua proscripcion.
Aquella casa ilustre y poderosa llego al extremo de la ruina con la
muerte del Marques; los acreedores embargaron sin respetar los preclaros
timbres de la familia, y despues de liquidadas las cuentas e
inventariados los bienes muebles e inmuebles, no les quedo a los
herederos sino una miseria. A la vuelta de Francia, Fernando olvido que
el Marques de Porreno habia sido su enemigo en la conspiracion de
Aranjuez, y concedio una pension a su hermana. El hijo varon del Marques
habia muerto en el viaje, navegando hacia America, y de la casa antigua
y poderosa no quedaron mas que tres senoras, a saber: la hermana y la
hija del Marques de Porreno, y la hija de su hermano don Carlos, que
siguio a Napoleon, y murio, segun se decia, en Praga, al volver de la
campana de Rusia.
Despues del triste fin de la casa, Elias siguio fiel a sus antiguos
amos. Al volver de la guerra, se presento a aquellos tres gloriosos
vestigios y les ofrecio de nuevo sus servicios; pero las tres damas no
tenian ya bienes que administrar. De su caudalosa fortuna no les restaba
sino unas tierras de pan llevar en el termino de Colmenarejo, y unos
vinedos de muy poco valor junto a Hiendelaencina. La administracion se
reducia a tomar las cuentas cada trimestre a dos colonos que cultivaban
aquellas heredades. Pero las senoras de Porreno, despues de su
decadencia, miraban a Elias como un buen amigo, le trataban de igual a
igual (ilo que puede la decadencia!), aunque el antiguo mayordomo no
traspasaba nunca, ni en sus conversaciones, el limite respetuoso que
separa a un _hijo de zafios labradores_ (frase suya) de tres damas
pertenecientes a la mas esclarecida nobleza.
Ellas no eran ninas. La hermana del Marques, llamada dona Maria de la
Paz Jesus, pasaba un poquito mas alla de los cincuenta, aunque se
conservaba muy bien. Su sobrina (hija mayor del mismo don Baltasar), que
se llamaba Salome, estaba haciendo constantemente intrincados calculos
para ver de que manera, sumando sus anos, podian resultar cuarenta tan
solo. La tercera, llamada dona Paulita (nunca se pudo quitar este
diminutivo), hija de don Carlos, el afrancesado, tenia treinta y dos,
cumplidos el dia de
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