as
furibundo.
--Poco a poco, senores--contesto Calleja.--?De malvas o de aceite?
Dejenme ustedes ver como se arregla eso; porque para mi ... ?por que lo
he de negar? la ciencia es lo primero.
Lazaro insistia en dejar a sus tres amigos: tan aburrido y
melancolico estaba.
--Espera, hombre--le decia Javier deteniendole aun. Espera a ver lo que
hacen estos barbaros.
--iQue es eso de barbaros!--exclamaron con furia los que mas cerca
estaban, volviendose hacia los amigos con tanto interes, que hasta el
mismo Calleja dejo la ciencia por salir en defensa de la
Corporacion.--?Que es eso de barbaros, caballeriles?
--?Quienes son esos pelandingues?--dijo uno.
--Este es el aragones que nos rezo el rosario esta noche. iQue modo
de hablar!
--Si parecia un sermon de Viernes Santo....
--El diablo me lleve si no les acaricio las muelas a esos
catacaldos--dijo Tres Pesetas, dispuesto a hacer lo que decia.
Javier, el Doctrino, el poeta clasico, vieron una tempestad sobre sus
cabezas; pero el poeta clasico, que era el mismo enemigo, no se acobardo
y tuvo el antojo de llamar _rapista_ al grandioso Calleja. La chispa
salto, y la lucha era inminente; pero tan desigual, que los cuatro mozos
no quisieron arriesgarse a ella, volvieron las espaldas y apretaron a
correr, unidos siempre, dirigiendose a la calle de la Victoria. Muchos
de los contrarios les siguieron dando voces y arrojandoles piedras; pero
los fugitivos andaban muy ligeros y lograron refugiarse en la calle de
la Gorguera, metiendose en el portal de la casa en que uno de ellos
vivia. Cerraron cuidadosamente por dentro. Un enorme canto, lanzado por
las robustas manos de Tres Pesetas, choco en la puerta tan fuertemente,
que si hubiera cogido a alguno le hace anicos. Felizmente los jovenes
estaban seguros, y los de fuera, al ver que la presa se les habia
escapado, retrocedieron, marchandose todos a dar una armoniosa
cencerrada al Capitan general de Madrid.
CAPITULO XI
#La tragedia de los Gracos.#
Luego que sintieron alejarse a sus perseguidores, los amigos subieron.
Alli vivia el poeta clasico.
--?Tienes que cenar?--le pregunto el Doctrino.
--Un magnifico festin--contesto el poeta.--Un cuarteron de queso
manchego y una botella de Carinena. Mandaremos por unos bunuelos a la
taberna de la esquina.
Lazaro tenia un hambre espantosa. Desde las nueve de la manana no habia
probado cosa ninguna, y el cansancio del camino, los esfuerzos mentales
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