ensenada;
luego, el viento del noroeste, que sigue al _Gulf Stream y_ que es el
semillero de todos los temporales del Cantabrico, fue echando las arenas
hacia Legorreta.
Por dar una opinion tan sensata y desapasionada, fui calificado de
pancista y de pastelero.
Si hubiese sido ya antropologo entonces el hijo de Recalde, hubiera
encontrado, probablemente, que todos ellos tenian la cabeza redonda y
que por eso eran tan absolutistas y violentos.
III
LA TERTULIA DE LA RELOJERIA
Mi madre queria que, aprovechando mi licencia, me casara. Me tenia
destinada la hija de un propietario de _Luzaro,_ mas vieja que yo,
feucha, flacucha y mistica. Yo, la verdad, no estaba muy decidido.
Sabido es que los marinos no somos modelo de amabilidad ni de
sociabilidad. La perspectiva de los viernes con vigilias y abstinencias,
que me prometia el destino, de unirme con Barbarita, asi se llamaba la
candidata de mi madre, no me sonreia. Mayormente, las mujeres de Luzaro,
a pesar de su dulzura, tienen bastante aficion a hacer su voluntad. Como
son casi todas hijas y mujeres de marinos, el vivir mucho tiempo solas
les ha dado decision y energia, y las ha acostumbrado a no obedecer a
nadie.
Hoy no debe pasar esto, no porque las mujeres se hayan hecho mas
humildes, sino porque apenas quedan en Luzaro marinos de altura, con lo
cual las mujeres tendran, de grado o por fuerza, que soportar a sus
respectivos esposos, todos los dias del ano.
El caso de mi amigo Recalde, padre del actual antropologo, que me
contaron en la relojeria, me parecio sintomatico.
Recalde, mi antiguo camarada, el terrible Recalde, el piloto mas
atrevido y mas valiente del pueblo, se habia casado con la Cashilda, la
hija del confitero de la plaza, munequita con los ojos azules, muy
modosita y formal. Todo el almibar, todo el cabello de angel de la
tienda de su padre se le habia comunicado a ella.
Recalde era un despota: decidido, audaz, acostumbrado a mandar como se
manda en un barco, no podia soportar que nadie le contrariase. Se caso,
paso la luna de miel; la Cashilda tuvo un nino, el antropologo; Recalde
estuvo luego navegando tres anos, y volvio a su hogar a pasar una
temporada.
El primer dia, al volver a su casa, quiso ser fino:
--?Que hay? ?Ha pasado algo?--le pregunto a su mujer.
--Nada. Estamos todos bien.
--?Ha habido muertos en el pueblo?
--Si; don Fulano, don Zutano. La senora de Tal ha estado enferma.
Recalde escucho las noti
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