cha, distraida por los extraordinarios sucesos
de aquel dia, no habia notado la brutal impresion que estaba causando en
Andres.
A la hora oportuna bajaron las senoras a la estacion, y Carmen se quedo
sola. Ella nunca salia sino a la huerta o al campo.... ?Que iba a hacer
en lugares de publica reunion una chiquilla recogida de caridad y
siempre enlutada y triste? La nina habia llegado a creer que dona Rebeca
tenia razon en disponer asi de sus florecientes diez y siete anos, y no
intentaba nunca quebrantar este decreto, martirial y absurdo, que la
recluia siempre en grave soledad.
Apenas salieron la madre y la hija, Carmen oyo que Julio aullaba en su
dormitorio, y temiendo que saliera a asustarla desde algun rincon con
sus ojos crueles, bajo al zaguan y se puso a escuchar el silencio de la
tarde.
Sintiose a poco, por el jardin adelante, un rumor de palabras.
Sobre la dura voz de Narcisa y la chillona de su madre, otra, sonora y
firme, se alzaba risuena.
Carmen se asomo a mirar.
Alli estaba Fernando, esbelto, seductor, con su cara palida y fina, su
bigote negro, sus ojos endrinos y sonadores.
Tenia despejada la frente, rizo el cabello obscuro, y sensual la boca,
sonreidora y correcta.
Entro el viajero en el zaguan, y quedose la muchacha fascinada, dudando
si en efecto seria aquel Fernando Alvarez de la Torre hijo de dona
Rebeca.
Pero lo era, porque viendola el replegada contra el muro, pregunto a su
madre:
--?Esta es la hija del tio Manuel?
Y sin esperar respuesta, la abrazo con efusion, la miro con entusiasmo y
declaro al fin:
--iEs muy bonita..., muy bonita!
Carmen estaba encantada, Narcisa furiosa, y dona Rebeca parecia
abstraida en perplejidades y temores, con un aire languido de victima,
muy mal avenido con su figurilla inquieta y alocada. Sentia un enfermizo
reblandecimiento de amor maternal hacia el marino, y veia avecindarse en
torno suyo los iracundos celos de Narcisa.
Esta perspectiva, ?la entristecia o la alegraba?... Era dificil
averiguarlo, porque su aspecto, adolecido, parecia poco sincero. ?Acaso
no estaba ella en su elemento cuando mas fuertes se desencadenaban en la
casona las tempestades familiares?...
Se habian quedado todos sumidos en un silencio molesto, durante el cual
la galante sonrisa de Fernando siguio fija en el turbado rostro de la
nina de Luzmela, y entonces la senora insto a su hijo a subir,
ponderando con entrecortada voz, muy fingida y lacrimosa, los anhel
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