s pies del
lecho alzarse una figura delicada y gentil, que avanzaba hacia ella con
los brazos abiertos, y a poco tuvo a Carmen acariciada sobre su corazon
viejo y bondadoso.
Salieron las dos por el corredor adelante, y la anciana iba preguntando,
atonita:
--Pero, ?que tiene Julio?
--No se--dijo la mansa voz de Carmencita--; ya oyes como se queja; esta
muy malo del cuerpo, sin duda..., y el alma ... ya ves como la tiene:
solo salen de ella palabras horribles....
--?Y por que estas tu con el?
--Porque le tengo compasion...; nadie le quiere ni le cuida....
--?Y "ellas"?
--Estan muy enojadas...; no tienen dinero....
--Me dijeron que el marino se habia marchado.
Carmen, con la voz vacilante y el semblante muy blanco, dijo:
--Si....
--?Y es cierto que se llevo los cuartos?
--Dicen eso...; yo no lo se....
Desconocia Rita la pagina amorosa de Carmen, rapida y casi secreta, y
observando con inquietud la turbacion de la joven continuo:
--Parece que andaba liado con Rosa la del Molino....
Se quedo callada la nina, mirando con mucha insistencia al ruedo de su
vestido.
Habian llegado a su cuarto, y sentadas en las dos unicas sillas del
aposento, hablaron de Salvador.
Carmen, que ya tenia noticias de su partida, se maravillo de que no
hubiera ido a despedirse de ella.
Entonces se quedo Rita muy asombrada, y descubrio por primera vez una
mentira de senorito.
--Aqui hay gato encerrado--penso, y trato de obtener de la muchacha
alguna luz para alumbrar aquel misterio.
Pero ella hablo de Salvador con grato afecto, sin revelar ninguna cosa
extrana.
Rita hizo girar por el cuarto sus ojos de presbita, curiosos y
esforzados, y se condolio:
--Hija, que habitacion tan _ruina_ tienes...; ?no hay otra mejor para
ti?
--Yo escogi esta; aqui estoy bien.
--No te criaste asi, que tenias en tu cama colgaduras de damasco y en tu
gabinete sitiales de tisu y mesas con marmoles....
Carmencita tendio por su rostro una sonrisa llena de lagrimas.
La vieja, angustiada, le acaricio las manos, y al punto exclamo:
-iQue frio tienes!... ?No llevas bastante abrigo? ?Estas tu tambien
enferma?
La acogio en su regazo como para darla calor, y comenzo a besarla.
Carmen rompio a llorar con espasmo anhelante.
A Rita le resbalaban por las arrugas de las mejillas unos lagrimones
como punos, y, con hipo de sollozos, le decia a la nina:
--Salvador vendra en seguida; te llevaremos a Luzmela...; no llores
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