con las nubes a ras de la
tierra, y llego marzo alzando un poco la frente sobre las montanas
gigantes que ensombrecian la vega.
Cuando marzo llego, el enfermo de la casona se estaba muriendo. El
medico que le asistia solicitaba "una consulta" con acento augural, y
dona Rebeca habia llamado a Salvador pensando: este no me cobra nada....
Entro el senor de Luzmela en el cuarto de Julio, con el alma abierta, un
alma que rondaba en infatigable guardia de honor en torno a la nina
triste de los ojos garzos. Ella estaba alli, timida y culpada, ante la
mirada elocuente de su amigo. Delante de el se abrian en el corazon de
Carmen todas las grietas profundas del dolor, porque aquel corazon
atormentado pedia paz y calma y suspiraba por descansar en otro corazon
blando y generoso; pero cada dia una nueva meditacion religiosa traia
sobre aquellas ansias su mandato austero y rigido, helado como los
soplos invernales que gemian en la casona al traves de todas las
rendijas de los muros y de las puertas. Y al sentirse empujada al
descanso y a la dulzura, Carmen subia su sacrificada voluntad a la
excelsitud del proposito encendido en su alma, y sus labios, plegados en
muda queja, musitaban:--Quiero ser santa..., quiero serlo.
La miraba Salvador aquella tarde sin reproches ni desvios, adivinando
toda la tormenta ruda y callada de aquel inocente espiritu. Una
compasion inmensa le dolia en el corazon y le ponia en los ojos un
fulgor ardiente de ternura.
Todo el aspecto de la muchacha era una viva lamentacion de pena y de
trabajo; el medico veia con espanto que Carmen finaba lentamente, en un
profundo descuido de la vida.
Nada se dijeron al verse en el cuarto de Julio; se buscaron los ojos, y
ella bajo los suyos, cobarde y sobrecogida.
Despues de examinar al enfermo, salieron los dos medicos a conferenciar
a la sala; hablaron de "salicidad" y de "patomania" y se condolieron,
con un poco de amargo desden, del temperamento proclive y relajado de
aquella familia.... En el comedor les esperaba dona Rebeca, y entonces
Carmen se acerco a Salvador como aguardando algunas palabras amistosas.
Pero el sabia que, al hablarla, le iba a temblar mucho la voz, y se
quedo callado y contemplativo, rimando, en una mirada codiciosa y
compasiva, todo el poema desesperanzado de sus amores.
Ella, por quebrar aquel silencio triste entre los dos, le dijo:
--?Se muere Julio?
Respondio el unicamente:
--Si....
--?Y de que se muere?
Pensativo
|