a.... iSi tu quisieras!...
--?Que?--pregunto la nina.
Y entro Narcisa como un huracan, vociferando:
--Mama esta un poco mala, y yo no puedo estarme aqui llevandoles a
ustedes la cesta.... Con que....
Carmen y Salvador se pusieron en pie, sobrecogidos, y los billetes que
la muchacha tenia sobre el regazo cayeron desparramados por el suelo.
--?Que es eso?--pregunto colerica la de la casona, con el gozo cruel de
haber descubierto una intriga tenebrosa.
--Esto es... nada que a usted le importe--contesto el medico, alterado.
Y Carmen, atolondrada, se quedo quieta y muda.
--Esta casa--increpo entonces Narcisa, como un basilisco--no se ha
prestado nunca a... porquerias.... Ya esta usted aqui de mas, senor de
Fernandez....
Y se acerco a el tratando de cogerle por un brazo.
Hizo Salvador un movimiento de repugnancia como si se le aproximara un
reptil, la midio con mirada despreciativa y colerica y salio de la sala
muy altivo, sonriendose, con una audacia nueva en el, tan provocativa,
que Narcisa le persiguio diciendole desvergueenzas, extinguido ya el
resto de pudor que hasta aquel dia la contuvo en su tentacion de
insultarle a la cara.
Y Carmen recogiendo del suelo los billetes, fuese a llevarselos a dona
Rebeca, que de cierto parecia que andaba algo malucha.
VIII
Abril florecia. Tenian sus auroras nuevas un palido rosicler de
esperanza; gentileaban las margaritas en las praderas, blanqueandolas
con remedos de nieve; habian nacido muchas mariposas, y en los nidos
recientes las hembras padecian la fiebre dulce y santa de la
procreacion....
Todo el valle se henchia en gestacion potente, y ya el alba de una vida
de milagro y de gloria vestia de flores los espinos y les ungia de
perfumes.... Espejandose en el valle fecundizado, el corazon de la nina
de Luzmela se dilataba tambien en un inconsciente afan de
florecimiento, con barrunto de brotes y bella nostalgia de capullos. Los
diez y ocho anos de Carmencita pedian lo suyo, aun en el apagado
lenguaje de un cuerpo abatido y un alma herida.
Perdido el tino del sendero, cansada v doliente, la muchacha se agarraba
ahora a su pedazo de vida negra, con instinto de juventud y de
esperanza, como si no tuviera las manos desgarradas de los zarzales del
camino...; iy era que en la hermosura prodiga de su tierra hasta las
zarzas echaban flores!...
No sabia Carmen si queria a Fernando; no sabia tampoco si le olvidaba;
solo supo que la vida la llamaba
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