r cauteloso y tetrico, como de cipresal
mecido por un halito de muerte....
X
Que alegre sono el golpazo postrero de la puerta roja detras de los dos
viajeros!
Carmen, segura en los brazos firmes y cuidadosos de su amigo, se dejaba
mecer y regalar como un nino en la cuna.
Habia dado un suspiro de profundo alivio, y todo el gozo de la noche
azul se le metia en el alma, con halagos de primavera y de ilusion.
Sobre la frente inmaculada de la joven se alzaba como un nimbo el oro
de la barba rizosa de Salvador, que parecia hermoso con el victorioso
encendimiento de sus ojos zarcos, la sonrisa de noble ufaneza y el
bizarro alarde con que amparaba a Carmen junto al corazon. Refrenando el
impaciente retorno del _Romero_, desafiaba al porvenir, alta la frente,
y gloriosa la vida, abierto con sumision el campo a su carrera y abierta
con dulzura la noche a su mirada.
La brisa odorante de la campina corria a la par del _Romero_. La brisa
columpiaba las flores, leda y gentil, muy acariciadora, y el caballo
andaluz, fino y esbelto, bebia brisa y aromas, dejandoles al pasar la
espuma blanca de su aliento.
Cuchicheaba la vida un secreto rumor de promesas en el misterio
delicioso de aquella noche de amor, y acompasada con el ritmo solemne de
la Naturaleza, la voz de Salvador, apasionada y feliz, secreteaba al
oido de Carmen:
--Ahora siempre vas a estar fuerte y gozosa; ahora vas a ser otra vez la
reina de Luzmela... y, ademas, la reina de mi vida.
Ella se estrechaba suspirante contra el pecho del mozo, y decia:
--Tengo sueno....
Con los labios sobre los cabellos enmaranados de la nina, le iba
contando el medico un cuento de hadas.
--Duermete y suena, que yo te voy a regalar unas cosas muy bonitas....
Vestidos de seda, cadenas de oro, anillos y pendientes....
Alzo ella la cabeza con un infantil movimiento de curiosidad, y sonrio,
murmurando:
--iQue precioso!...
--Y tendras--anadio la voz sugestionadora--una cama dorada, con panos de
brocatel...; un tocador vestido de encajes..., ?quieres?...; unas
anforas de bronce llenas de rosas....
Carmen, levemente, como en el extasis de un encantamiento, respondia:
--Si....
--Y tendras un Nino Jesus hermoso, con tunica de damasco y corona de
plata, dueno del altar elegante de la capilla, sonriente, mirandote con
los santos ojos, sanos y dulces...; ?tu no sabes que Dios es muy
hermoso?
--Si....
--Pues ?como te empenabas en amarle unicamente en aq
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