y como lastimado por aquel interes de la muchacha hacia el
enfermo, Salvador repuso entre dientes:
--De... perversidad.
Carmen bajo hacia el suelo los parpados, cargados con la sombra divina
de las pestanas, y murmuro:
--iPobre!...
Se quedo luego suspensa, sin alzar los ojos ni la voz, con los brazos
caidos. Parecia mas alta, y, en la luz muriente de la tarde, daba una
nota de emocion dulcisima, una delicada nota de sentimiento pasional....
Dona Rebeca, con mucho aparato de sollozos, se enteraba del proximo fin
de su hijo y pensaba con terror en los gastos del entierro.
Ya los medicos se despedian, andando despacito con la senora a lo largo
del corredor, cuando Salvador, vuelto hacia Carmen, que se quedaba sola,
le dijo:
--No sentirias tanto mi muerte como la de Julio....
--iTu muerte!--exclamo ella.
Pero Salvador ya se alejaba, sin aguardar contestacion, y Carmen se
volvio al lado del moribundo, pensando en su amigo con agitacion
extrana, con vago arrepentimiento, mientras que dona Rebeca y su hija se
oscurecian hacia un rincon, en amarga disputa....
Ya la muerte habia llegado a la alcoba de Julio y se habia aposentado
encima de la cama. Estaba sola con su victima, y Carmen la saludo muy
cortesmente haciendose sobre las sienes la senal de la cruz.
Aunque la nina no conocia a la vieja de la guadana, al punto que entro
en el aposento "la sintio" y dijo:
--Ya esta aqui.
No creyo ella que llegase tan pronto, y penso, un momento, en avisar a
la familia del agonizante; pero en seguida se acogio a la dulce idea de
procurar que fuese apacible aquella ultima hora del infeliz peregrino, y
que no le amedrentasen los gritos desatinados de las senoras de la casa.
Quedose mirando con respeto la figura triste de aquel hombre, detenido
por la muerte en la mas lozana senda de la vida, y recordo una elocuente
oracion de su libro que rezaba:
-"iOh, dia clarisimo de la eternidad que no le oscurece la noche, sino
que siempre le alumbra la suma verdad; dia siempre alegre, siempre
seguro y sin mudanza!... iOh, si ya amaneciese este dia y se acabasen
todas estas cosas temporales!..."
Carmen se sumergio en la mistica contemplacion de _aquel dia_ y le
parecio que se le iba acercando con una amaneciente claridad, espesa y
humeda como vaho de lagrimas. Sintio un dolor lancinante en el corazon y
otro en la cabeza, y penso: ?tambien yo tendre, como el padrino, rota
una cosa en la frente y otra en el pecho?...
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