a debian analizarse "cientificamente", como los
males del cuerpo? No; Salvador no trataba de escudrinar aquella sagrada
dolencia que atormentaba su espiritu con dulcisimo amargor; dejaba su
pasion quieta, clavada en su vida como un dardo de fuego, unica y
decisiva en su destino. Le bastaba sentirla luminosa en su conciencia,
ardiente y pura en su corazon.
Atraveso como en un sueno Chartres, Nort, Burdeos, Bayona.... Empezo a
respirar por fin el "aire internacional" de los Pirineos, y se dilato su
pecho con un aliento profundo de esperanza.
Llegando a Espana, recorrio con toda la rapidez posible la tierra que le
llevaba a su valle norteno.
Cuando se sintio cobijado por las montanas y los celajes de su pais,
tuvo a la vez una viva emocion de temor y de alegria. Fuese a rendir su
viaje a la estacion de Rucanto, y, sin detenerse un punto, se dirigio a
la casa de dona Rebeca.
Al hacer sonar el recio aldabon de la portalada se quedo asombrado y
tremulo. ?Que iba a decir? ?Por quien preguntaria? ?Como estaba el alli,
anhelante y resuelto, rendido de rodar por mares y tierras con
desatinado afan?... ?Con que derecho llamaba en aquella puerta con aire
tan firme y arrogante?...
No tuvo tiempo de mas cavilaciones, porque giro ante el la hoja enorme
pintada de rojo, bajo el dintel labrado, y la propia Carmencita se
aparecio a sus ojos, siempre dulce y grave.
Mirandole con despacio, clamo absorta:
--iSalvador!
El, mudo, fascinado, le abrio los brazos con tan fervida expresion de
ternura, que la muchacha se refugio en ellos ansiosamente, y en ellos se
quedo largo rato; iun instante para el enamorado galan!...
Bajo los arcos abiertos del portalon se sentaron en un banco de roble
algo cojo.
Carmen manifesto la sorpresa que le causaba aquel regreso, tan
imprevisto por ella como lo fue la partida de su amigo; le encontraba el
semblante desencajado y todo el aspecto de fatiga y ansiedad.
El miraba con sobresalto la desalentada expresion de la joven, su
blancura enfermiza de lirio y el opaco fulgor de sus ojos.
Con voz de secreto le decia:
--Vengo a buscarte.
Contesto Carmen, muy sorprendida:
--?Como a buscarme?
--Si, acordemos en seguida un medio de que salgas de aqui.
--Pero, ?por que, Salvador?
--?Y todavia me preguntas por que...? Yo se que aqui estas muy mal; que
sufres mucho...; que corres graves peligros....
--?Quien te ha dicho eso?
El, mirandola santamente, como cuando era chiquitina,
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