le respondio:
--Un pajarito...; ?dijo verdad?...
Y se quedo pensando, ?no es, acaso, Fernando "un pajarito"?...
Pero ella movia la cabeza y replicaba:
--Algo de mentira dijo.... Ademas, aqui estoy cumpliendo la voluntad de
Dios.
--La voluntad de Dios es que yo vele por tu seguridad y por tu dicha.
--?Por mi dicha? interrogo incredula Carmen.
--Si, vengo a libertarte de los suplicios que aqui padeces; pero es
preciso que tu consientas en ello...; ?no consientes?
Ella, con lento ademan, saco del bolsillo su breviario diminuto, y
desdoblando la hoja que aquel dia estaba senalada por la flor marchita,
leyo con voz de rezo, un poco temblorosa:
"El mundo pasa y sus deleites.... Y asi el que se aparta de sus amigos y
conocidos, consigue que se le acerque Dios y sus santos angeles.... Gran
cosa es estar en obediencia, vivir debajo de un superior, y no tener
voluntad propia...."
Plego Carmen el libro y quedose muda, mirando a Salvador.
El, todo alarmado, lleno de sorpresa, pregunto:
--?Y que es "eso"?
--Esto es la oracion que tengo hoy que rezar; esto es lo que Dios me
manda hacer....
--?Dios te manda estar supeditada toda la vida a dona Rebeca?
--Si....
?Y tambien al barbaro de Andres? Carmen, inmutada, dijo:
--A ese no.
--Pues el es aqui el amo....
--Pocas veces esta en casa....
--Con una vez sola que venga y quiera "mandar en ti"....
Ella se asio con terror del brazo de su amigo.
--No, por Dios...; no digas eso....
--Es mi deber decirtelo...; ?quien te dio ese libro?
--El padre cura....
--?A ver?... Yo tambien quiero buscar una oracion para mi.
Y tomando Salvador el libro, abriole al azar y leyo:
"Si me oyeres y siguieres mi voz podras gozar de mucha paz.... Mi paz
esta entre los humildes y mansos de corazon...."
Doblando el libro, le dijo a la muchacha:
--Ya ves, mi oracion es mas consoladora que la tuya; tomala para ti y
medita si tienes tu en esta casa la paz de Dios, la santa paz que El
vino a traer a los hombres, y si vives entre mansos y humildes de
corazon....
Carmen, agitada, combatida, inclinaba la frente, y tenia en los ojos,
profundos y tristes, una llama de incertidumbre.
Se sintio arriba crujir el tillado, y un pasito rapido y breve se oyo en
la escalera.
Salvador le dijo a la nina con acento de suplica y de mando:
--Te libertare; vendre por ti muy pronto; esperame y ten animos....
Le estrecho las manos con afan, y ella callada y dist
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