o absorta en una deliciosa meditacion. Estaba abrochando los
botones del peinador y volvio a mirar hacia el espejito, donde ahora se
reflejaban sus dos manos nacarinas ajustando la tela sobre el pecho.
Y en esto llamaron a su puerta.
--Senorita, senorita..., tenga.
Y le dieron una carta.
--iCosa mas sorprendente!...
La sirviente se quedo alli, mirandola con rara curiosidad, y la joven,
asombrada, pregunto:
--?De quien es?
--Del senorito Fernando; me la dio para usted antes de marcharse.
--Pero, ?se ha marchado?
--Y bien de madrugada...; tomo el primer tren.
Carmen se apoyo en el borde de su cama deshecha y tibia, y con las
bellas manos temblorosas abrio la carta.
Leyo con ojos de sonambula, desmesurados y turbios.
"Carmencita: Nina santa y hermosa, que me has querido en la hora mas
grata de mi vida, te digo adios con mucha prisa y con mucha pena: con
prisa porque debo separarme de ti cuanto antes; soy malo y temo hacerte
mucho mal...; con pena porque me duele el corazon al dejarte.... Solo
tengo una cosa buena: que me conozco. Esta unica virtud la pongo
humildemente a tu servicio por encima de mis tentaciones y de mis
ansias.... Olvidame: hazte la cuenta de que nuestro barco de novios ha
naufragado y tu te salvaste pura y sana, en la playa del olvido.... Si
hoy te hago sufrir un poco, perdoname pensando que he tenido lastima de
ti y me trato sin compasion al decirte adios.... Fernando."
La nina de Luzmela alzo los ojos de la carta y paseo por el cuarto una
sonrisa estupida, que fue a posarse como una mariposa atontada sobre el
Nino Jesus lastimado, erguido en su rinconera.
Se quedo Carmen mirandole como si nunca le hubiera visto...; ique feo
estaba y que ajada la ropa! Pero ?adonde miraba ahora el Nino Jesus?...
No se sabia.... ?Hacia la ventana?... No.... ?Hacia la puerta?... Si;
hacia la puerta.... ?A ver?
Carmen volvio la cara y alli estaba todavia la criada, boquiabierta,
haciendose la remolona, con una mano en el picaporte y otra en la
cintura, como si esperase algun recado....
La senorita la miro sin dejar de sonreir, con una helada expresion que
daba espanto, y la moza dijo:
--Con que se despide don Fernandito, ?eh?
Entonces, Carmen, estremecida, agito maquinalmente la mano que tenia
inerte sobre la falda, con la carta abierta, y respondio:
--Si....
La mozena dio dos pasos dentro de la habitacion, y confidencialmente
relato:
--Estos senoritos son el diablo.... Ya v
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