conoces....
--Si, ya las conozco--murmuro el medico.
Y dijo, de pronto, Fernando:
--Pero tu no eres de mi cuerda; no te divierten mis aventuras ni te
enardecen mis proyectos.... Para ti la mujer es una cliente, un caso
patologico.... Ya se que eres un San Antonio sin tentaciones.... Apuesto
a que no has reparado en Rosa la del Molino, ni en la propia Carmencita;
y, mira, esa era para ti que ni pintada...; ?por que no la pretendes?
Desemblantado y confuso, contesto Salvador:
--No me querria....
--?Como que no? Deja a un lado la modestia, hombre; tu no eres "costal
de paja"; un mozo de carrera y de fortuna, de tu reputacion y de tu
prestigio; ipues ahi es nada! Eres digno de ella, Salvador, seriais una
primorosa pareja; y luego, chico, sacabas un alma del purgatorio, porque
te confieso que la nina de Luzmela lo pasa muy mal con mi gente..., pero
muy mal..., como lo oyes. Yo no se su tutor que hace, ni acabo de
entender ese lio del testamento de su padre; pero creo que alguien
tendra obligacion de mirar por esa criatura, y esa obligacion no se
cumple.... Mira, hay en mi casa para ella hasta el peligro barbaro de
Andres, ?sabes?... Andres la mira con buenos ojos..., es decir, con los
malos ojos turnios que tiene y que no delatan ni una sola intencion
derecha. Luego, mi hermana la tiene una envidia feroz..., y mi madre...,
yo no debia hablar mal de mi madre, ?verdad?, pues solo te dire de ella
que no esta en su sano juicio. He hecho por Carmencita cuanto he podido.
Mientras estuve alli la defendi contra todos y la proporcione algunas
alegrias.... Ahora tal vez ha llorado un poco por mi causa; no acierto
nunca a hacer las cosas con perfeccion; pero te aseguro, Salvador, que
me he portado con ella todo lo mejor que he podido.... icomo que estoy
una barbaridad de contento y orgulloso!... Choca esos cinco, hombre....
Salvador choco, no "los cinco", sino "los diez", tendiendo las dos manos
al marino con muda gratitud.
Habia atendido a la ultima parte de aquella franca confidencia con una
inquietante perplejidad, sumiendose en temores agrios y mordientes, con
la conciencia alterada por la zozobra cruel de haber abandonado a Carmen
en medio de los peligros siniestros de la casona de Rucanto. Hubiera
querido unas alas para tenderlas hacia aquella nina querida que lo era
todo para el en el mundo....
Tuvo que hacerse una dura violencia y seguir departiendo con su amigo
sobre aquel inesperado viaje de los dos.
Afo
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