edes hacer?... Ya no tiene remedio....
--?Como que no?... Yo puedo hacerlo todo; todo, ?entiendes?... Y lo hare
si es preciso; solo falta que tu me autorices para ello.
--?Que harias?
--Llevarte adonde estuvieras a tu gusto.... Para eso estoy en el mundo,
para velar por ti.
--?Para eso?
--?Y lo dudas? ?No te lo asegure el dia en que saliste de Luzmela? ?No
sabes que el padrino me lo dejo encargado?...
Aquella evocacion altero la expresion resignada de la nina. Se
ensombrecio su rostro peregrino y estuvo a punto de romper a llorar.
Logro contenerse con un gran esfuerzo, y entrego su mano temblorosa al
joven para protestarle.
--Gracias, gracias....
El, muy conmovido, beso religiosamente aquella linda mano, insistiendo:
--Dime, ?te quieres ir de esta casa?
--No, no; aqui me quedare; si fuera necesario te avisaria.
--?Me lo prometes?
--Prometido.
Se quedaron callados un momento; despues Carmen pregunto con sobresalto:
--Y ?que dire a dona Rebeca de mi comision?... La he cumplido muy mal.
De antemano sabia que tu ibas a reirte, y he gozado con que juntos nos
burlasemos un poco de las dos.... No tiene Narcisa ningun novio,
?sabes?, y te querian a ti porque eres rico. Me encargo la madre que te
lo propusiese como ocurrencia mia...; que te dijese cosas muy buenas de
la chica.... Y no te las digo por si acaso las crees y te casas con
ella.... Luego estarias bien desesperado.... Ademas de ser locas son
malas; hablan infamias de todo el mundo, de ti tambien, y del
padrino....
--iPobre Carmen!... Asi no puedes vivir.... Yo arreglare esto.
Carmen, lanzada involuntariamente al terreno de las confidencias, anadio
todavia:
--De Andres tengo miedo..., y tambien de Julio....
Salvador estaba consternado; se habia puesto de pie con impaciencia, y
ella insistio, siempre alarmada:
--?Y que le dire a dona Rebeca ... de "eso"?...
--?De que, hija mia?
--De la boda....
Y todavia la nina se rio, un poco burlona.
--Pues, le diras que yo no pienso casarme nunca.
--?Nunca?... ?Y es de veras?
La miro Salvador, largamente, para decir:
--Hasta que tu te cases.
Ella, enrojecida, no supo que replicar.
En la casa, sumida en raro silencio, se oyeron entonces pasos y rumores.
Salvador, deseando esquivar en aquel momento la persecucion de las
senoras, se despidio de Carmen aceleradamente, prometiendole volver muy
pronto y haciendole prometer que, entretanto, ella le escribiria con
reserva
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