y ponderaba su crecimiento
y donosura.
Narcisa, menos asequible al disimulo y mas altiva, se conformaba con
demostrar, en aquellas ocasiones, una tolerancia benevola hacia Carmen,
concedida con un aire de superioridad y proteccion llenos de majestad.
Salvador era poco ducho en artificios de mujeres; todo sinceridad y
nobleza, dejabase enganar facilmente por las dolosas apariencias del
buen trato que Carmen parecia recibir.
A veces, en sus breves visitas a Rucanto le acompanaba Rita, la buena
anciana, siempre ganosa de ver a su santa querida.
Vivia la fiel servidora al lado del medico, ocupando en la casa de
Luzmela su puesto de confianza, tantos anos acreditado por una constante
adhesion al difunto caballero.
En vano intentara Rita continuar al inmediato servicio de Carmen. Dona
Rebeca habia manifestado a este deseo una ostensible oposicion, y la
anciana hubo de conformarse con visitar a la nina en todas las ocasiones
posibles.
De estas visitas no salia nunca tan satisfecha como Salvador.
En una de las que hizo por aquel tiempo quedose como nunca mal
impresionada, y, de regreso a Luzmela, iba murmurando:
--Esta triste la nina....
--Es su seriedad propia, su traje adusto, lo que le da esa apariencia
melancolica--respondio el medico.
--No, no; cuando habla parece que va a llorar....
Salvador se quedo pensativo, un poco inquieto.
--Ademas--anadio la mujer, recelosa--jamas nos la dejan ver sin
testigos...; muchos domingos voy a misa a Rucanto por buscar ocasion de
hablarla al salir, y siempre a su vera estan la hija o la madre
guardandola con codicia.
--Esta bien que Carmen no vaya sola.
--Bien estara; pero esas mujeres no me van gustando. Se dice que en la
casa hay muchos disturbios, que los hijos son para la madre tan malos
como lo fue el marido....
Salvador, muy preocupado, hablando consigo mismo, dijo en voz alta:
--Habra que averiguar si eso es verdad...; muchas veces la gente levanta
fantasias calumniosas...; ellos son todos algo inconscientes, psiquicos
por herencia.... El mismo don Manuel murio de neurastenia renal y fue
siempre exaltado delirante; pero era tan cabal en nobleza y corazon,
que su enfermedad no marchito ninguno de sus bellos sentimientos.
Rita suspiraba.
--El, era otra cosa; nunca la "mania" que todos ellos padecen le dio por
renir ni por danar...: gozaba en hacer bien, y si en sus tiempos fue
enamoradizo y zarandero, pagado lo hubo en buenas obras.... Algo
so
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