pues de que en Luzaro se celebrara el
entierro. Era indudable que Juan de Aguirre vivia cuando su familia y
yo, de chico, asistimos a su funeral.
[Ilustracion]
LIBRO TERCERO
LA VUELTA AL HOGAR
I
LA HERIDA
Por las mananas, al asomarme al balcon, veo el pueblo con sus tejados
rojos, negruzcos, sus chimeneas cuadradas y el humo que sale por ellas
en hebras muy tenues en el cielo gris del otono.
Despues de las lluvias abundantes, las casas estan destenidas, las
calles limpias; la carretera descarnada, con las piedras al descubierto.
El azul del cielo parece lavado cuando sale entre nubes: es mas diafano,
mas puro.
En el jardin del convento proximo, dos monjas de toca blanca han estado
mirandome y hablando entre ellas. iQue idea mas rara deben formarse de
un marino estas pobres mujeres que no han salido jamas fuera de las
tapias de su huerta.
Enfrente veo las casas solariegas contempladas por mi en la infancia,
tristes, viejas, negras. Entre ellas, Aguirreche, la de mi abuela,
convertida hoy en casa de pescadores; se destaca por su magnitud, con
las ventanas y balcones atestados de ropas puestas a secar, de aparejos
con corchos y anzuelos. Ahi siguen todas esas viejas casas bien
agarradas al suelo, con sus negros paredones y sus tejados llenos de
pedruscos. Estan siempre igualmente tristes, igualmente severas,
durmiendo, envueltas en la bruma.
iQue contraste con la inquietud del mar y con sus mil caminos diversos!
iQue existencias mas inmoviles!
Esa casa de piedra amarilla, sombreada por el saliente alero, se me
figura la cara de un viejo aldeano, tosco y pensativo.
iQue quietud en todo el pueblo! El mismo monte no es tan estatico; al
menos, cambia de color en las estaciones. Las casas, no; asi estarian
hace doscientos anos, asi estan hoy.
Todo sigue igual. Hasta el loro de mi abuela, heredado por mi madre,
ahora en el balcon de mi casa, sigue diciendo, con su voz estridente y
chillona:
iA babor! iA estribor!
Si, todo esta igual; yo solo soy diferente, yo solo he variado; era un
nino, soy un hombre; era un ingenuo, soy un desenganado y un
melancolico. He vivido en medio de los acontecimientos, y los
acontecimientos me han escamoteado la vida.
Algunas veces me miro en el espejo y, al verme viejo y cambiado, me digo
a mi mismo:
--iAh!, pobre hombre. Tu juventud se fue.
Han pasado muchos anos desde que sali de mi pueblo, ?y que he hecho? Ir,
andar, moverme de aq
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