de lo que habia solicitado: y
este ardid sublevo contra Alos a todos los indios, que se resistian a
pagar los tributos y a admitir sus repartos.
El corregidor se vengo por una perfidia, que hizo mas arriesgada su
posicion. Imputo a Catari la muerte de un recaudador de rentas, y le
envio preso a la Audiencia de Charcas. Desde este momento la sangre
corrio a torrentes, y la pluma del historiador se retrae de trazar el
cuadro espantoso de tantos excesos. En Oruro, en Sicasica, en Arques, en
Hayopaya, fueron innumerables las victimas. En la iglesia de Caracoto la
sangre de los espanoles llego a cubrir los tobillos de los asesinos. En
Tapacari, pequeno pueblo de la provincia de Cochabamba, se quiso obligar
a un padre a desgarrar el corazon de sus hijos a la vista de la madre: y
la repulsa a tan inicuo mandato, fue la senal de su comun exterminio.
Nada fue respetado: ni la edad, ni el sexo, ni las suplicas, ni los
lamentos libraban de la muerte, y una parte de la poblacion sucumbia al
furor de la otra.
Entretanto los Vireyes de Buenos Aires y de Lima trabajaban de consuno
para sofocar la insurreccion del Peru. Varias tentativas de los rebeldes
se habian malogrado por la impericia de los gefes en quienes Tupac-Amaru
habia depositado su confianza. Su muger le habia obligado a volver a
Tungasuco, para calmar los terrores que le habia causado la noticia de
la salida de la tropas de Lima. iTriste y singular presentimiento! Con
el Mariscal Valle, que mandaba esta expedicion, venia el Visitador
Areche--ese hombre feroz, que, conculcando los derechos de la humanidad,
y ultrajando al siglo en que vivia, debia renovar las escenas de los
tiempos barbaros, en la epoca en que aun vivian Becaria y Filangeri!
La ausencia de Tupac-Amaru, aunque momentanea, fue senalada por grandes
reveses. Sus tropas, que no habian podido penetrar al Cuzco, fueron
rechazadas de Puno y de Paucartambo. Estos contrastes, y la expedicion
de Lima que se avanzaba a marchas redobladas, le hicieron advertir todo
el peligro de la inaccion en que estaba, y de la que le importaba salir
cuanto antes.
Su reaparicion excito el mas vivo entusiasmo, y las poblaciones se
agolpaban en el transito para aclamarle. Esta vez cinio las infulas,
_(llantu)_ que, segun Garcilaso, eran las insignias de la dignidad real
entre los Incas. Inexperto en el arte de mandar los ejercitos, se enredo
nuevamente en el sitio del Cuzco, del que tuvo que desistir segunda vez,
no por la resist
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